viernes, 11 de diciembre de 2015

Día 30: Sobre el hielo

Sobre el hielo.


«¿Donde has estado todo este tiempo, mamá? he tenido frío en las manos, en los pies, en los huesos. Deseo tanto que me des un abrazo que simplemente no puedo pedírtelo. No me regañes, es que me da vergüenza pedirlo.

»¿Sabes? la extraño mucho. Nunca la conocí muy bien, incluso ose confesarle mi amor ¿era amor eso, mamá? ¿lo sabes? tú me enseñaste todo lo que sé sobre el amor. Amor a distancia, a cuenta gotas, como la marea, amor por siempre y por unos días ¿Es tan difícil sentir eso?

»Pero en serio, la extraño. No se como explicártelo. Nunca fue como los abrazos que me diste; hablamos a distancia, sin saber cómo era el uno o el otro. Bueno, nos conocíamos en persona y había fotos, pero tú entiendes a lo que me refiero. Nos decíamos cosas que no decíamos a nadie. Sé lo que dirás: eres un buen hombre, sigue adelante, luego me impedirás quedarme días encerrado en casa y doy casi por cierto que me buscarás un empleo. Pero no es esto de lo que te quiero hablar. No es que la extrañe, es que ahí quedó mi corazón.

»¿Recuerdas que me dijiste que antes de morir el abuelo gritaba que tenía frió? fue un paro cardíaco: cuando el corazón deja de bombear sangre las extremidades comienzan a enfriarse. De la sangre surge el calor. Es tan cierto que se da por hecho que las personas frías no tienen corazón.

Ay mamá. La conocí porque buscaba magia en el mundo. Que tonto fui. Siempre que te hablan de magia, hay magia negra, ella tan blanquita e inocente ¿soy un tonto verdad? le creía todo y es que era tan reconfortante su voz, sus ojos, sus palabras.

»Al caminar, a veces veo su peinado de moda y siento como la sangre vuelve a recorrer mis mejillas. Es una farsa, lo sé. Sí, mamá, las mentiras hacen llorar al niño Jesus, pero es Diciembre, aún no nace. Ay mamá, ¿porque no me abrazas?

—Joven ¿quiere que pinte las letras de la tumba?
—No, sólo deme la pintura, yo lo hago.
—Disculpe ¿era su mamá? su bugambilia da bonitas flores en Febrero.
—Es mi madre, aún lo es.

Día 29: Una historia en el espacio

 Campo de Golf Nadia Naul Nerdud

—Eh tú, ni te creas que he perdido porque sea bueno o algo así —Dijo Gonoblin Tantios
—No lo creo camarada, has hecho un gran esfuerzo.
—No me vengas con tu misericordia, es el puto Tee que no se ajusta a las botas de mi mecha y que jode mi swing.
—A mi no me vengas con eso, aquí en el Nadia Naul Nerdud es diferente. Yo te conozco ¿eres de esos que destruían edificios cuando el tiro les salía mal no?

Este argumento, aunque probablemente válido en 90% de las contiendas golfisticas, resulta del todo incómodo. Y es que verán, en el año 2064 la población humana llegó a un máximo, le siguieron 10 años de arduo trabajo para garantizar el acceso a viviendas dignas para todos los habitantes y luego otros 40 de reducción de la población por todos los medios: guerras, xenofobia, preservativos, orgías controladas por el estado, castración racial, pero finalmente, la mejor solución fueron los Robots Waifus.

Esto produjo que hoy en día, año 2150 hubiera decenas de ciudades desiertas y cientos de multimillonarios aficionados al anime, que habían heredado sus fortunas de cuatro generaciones de millonarios que se casaban entre ellos y también eran aficionados al anime. Esta extraña combinación produjo que el Mecha Golf fuera el deporte predilecto de estos nuevos caballeros de la sociedad y que ellos, a su vez, usarán las ciudades desiertas como campos de mini Mecha Golf. El problema fue que según organizaciones humanitarias, muchos de los edificios que eran destruidos por las bolas, eran aún habitados. Así que muchos golfistas eran considerados maníacos homicidas.

—A mi no me hables así ¿sabes quien soy? Soy el puto amo, el señor de todo lo que ves. Soy Gonoblin Tantios.
—Pues mire usted, señor "Gonoblin", mister Tantios no hubiera dado esos golpes de novato. Yo no soy ningún profesional como para poder ganarle a un campeón de la humanidad como el señor Gonoblin. Pero viendo que usted es uno de esos papanatas que busca cualquier pretexto para no aceptar su derrota, me marcho.

Una mano en el hombro de Gonoblin lo detuvo de iniciar una pelea a golpes. Era su hermana, Fedoral.

—No eres malo, eres viejo. Aunque esos sean Mechas de última generación, no será lo mismo. Nunca.
—Pero…
—Puede que estemos en la Luna como si fuera un domingo cualquiera, pero la juventud ya no es un lugar al que puedas pagar para visitar.

Gonoblin asintió y se volteo para abrazarla. Era campeón de Mecha Golf y Mecha Crikett, acostumbrado a ser reconocido por todos en todos lados, a ser el centro de un movimiento pro humanidad. Pero eso ya había quedado en el pasado. Había que aceptar que aún en el futuro, el futuro de todos es el mismo.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Día 28: Historia en un barco. Pasado, presente y futuro

Fatuo


No recordaba hacía cuánto tiempo que fue su primer borrachera, pero poseía apenas unos relámpagos de ella. Tendría unos trece o catorce años entonces. Era un cuarto de concreto, eso sí. Había Ska y el hermano de su amiga, que llevaba varios días de fiesta, no dejaba de insinuarsele. Se ve a sí misma durmiendo en el sofá, luego despertando al sentir en sus rodillas las caricias y el aliento de aquel hombre. Vaya, en ese momento creía que ese era un hombre, tendría diecisiete como mucho y todos creían que era gay. Igual se despertó, le dio un beso más fugaz que el día, se despidió de su amiga que ya amedrentaba a su hermano y marchó a casa. Su casa eran dos habitaciones de ladrillo rojo. El baño era una esquina separada por cortinas y como único mueble, un gran agujero en el piso. Al otro extremo, la cocina con parrilla eléctrica y trastes de plástico.

¿Hacía 10 años de eso? ¿A quién le importa? Luego vinieron más y mejores: bailes inmensos en habitaciones oscuras; ácidos que le hacían sentir el sol en su piel; polvos que le provocaban volver a saborear los dulces de la infancia. Pero al final, era el alcohol lo que la seducía entonces y ahora. El alcohol y una fiesta.


Ahora, se encuentra en un nuevo hogar. No sabe si en las paredes hay cemento, ladrillos rojos o una eterna oscuridad: sólo ve ropa colgada. Se ha entretenido pensando que la limpia es suya y la demás es de cualquier otra persona. Da un último trago a la botella de plástico que sin aportar mucho a la boca es vaciada. Se acuesta pero siente que vuela y prefiere sentarse. No lleva pantalones, mierda ¿donde los deje? ¡ah! llevo falda. Se arregla la falda y esta vez queda pegada al piso al acostarse.

Sueña con darle la mano a su papá ¿dónde estará ahora? Borracho, supone. Caminar descalza por el pasto y volver a sentir el sol en la piel hasta que sus ojos no puedan aguantarlo más. Desea que alguien llegue le abrigue del sol con un beso. Alguien preferentemente sin olor a alcohol y fiesta. Sueña con dejarse caer al pasto y nadar en él. Lo haré, lo haré, lo haré. Te llame Abril porque era mi mes favorito, le dice su padre, pero ahora no sabes qué es un mes ¿o sí?

Despierta y decide morir. Muchos lo han hecho y ya es considerada una acción muy racional. Sale de aquel cuarto para entrar en uno más largo con puertas a otros cuartos desde donde escucha fiestas con la música muy alto y bebés llorando aún más alto. Ve a una pareja besarse y los saluda. Me voy a morir ¡felicidades por la decisión! ¡gracias!

Cuarto tras cuarto vaga por todo el lugar. Cuando llega al más grande cuarto que hay por ahí, ya se encuentra sombría y el olor le hace dar un paso atrás. Recuerda su sueño y da dos al frente. La escotilla apesta casi tanto como el aire. Se deja caer.

Cuando ella toque el antiguo mar sentirá el abrazo de las algas, como pasto seco,  acariciando sus mejillas. Cuando reaccione medio asfixiada, notará que el agua ahí es gelatinosa, dará patadas para salir a la superficie y lo último que verá será un fuego fatuo indicando dónde ha quedado su cuerpo. Entonces, su padre le dará la mano y la invita a subir, para ver cómo se consume aquel fuego de metano en su honor. Sentirá como un sol quemando su piel ¿Fuiste feliz? no, entonces estamos mejor. Y se alegrará de saber que no está sola.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Día 27: escribe una historia que ocurra durante un evento deportivo

Es difícil morir, por mucho vino que uno lleve encima

Hoy sucedió un hecho que para la mayoría de las personas pasó inadvertido. Sólo unos cuantos pudieron presenciarlo, de ellos sólo un puñado lo recordará mañana, y sólo algunos que son contados con los dedos de una mano, entenderán la gravedad del acontecimiento.

Verán, queridos lectores, que se debe reconstruir el hecho. El campeonato de ciclismo urbano fue celebrado el día de hoy: 100km de fiesta sustentable, baches y concursos de sobrevivir entre el transporte público. Los participantes (mil quinientos, aproximadamente). Supuestamente daría inicio a las 8 de la mañana, pero ninguno de los participantes pudo llegar antes de las 12 a la zona norte de la ciudad, donde estaba la salida. Muchos de ellos en su previa preparación espiritual decidieron inhalar un poco de cannabis o perderse en algún rincón de la ciudad. No pudiendo llegar a un cuórum, las 20 personas (todas oriundas del norte) que ahí se encontraban decidieron marcharse: 10 para las tierras del oeste, 5 para el este, 4 al norte y uno al sur.

Ese uno, ya habiendo recorrido una decena de kilómetros, decidió no dejarse llevar por faltistas y altaneros, poco responsables y deshonestos organizadores de fiestas, así que dedicó el resto de su día a vagar por el poco explorado norte de la ciudad. Y es que, cabe aclarar, nadie quiere el norte: en el sur se encuentra la dignidad, el progreso, lo mejor de la humanidad, el norte es para ignorar.

Como suele suceder en esta época del año, en esta latitud, cayó un chubasco lleno de vendavales y nortes.

Ahí, bajo un puente, con los dedos engarrotados, las muñecas hinchadas y los pies dos veces más pesados por el agua de cañería, un otrora feliz concursante. Antes de la lluvia, sus piernas ya sentían el kilometraje, por fortuna ahora no las sentía. Con su mente de corredor urbano, cálculo estar a unos 10 kilómetros de su casa. No es mucho, pensó, menos de una hora, quizá hasta 30 minutos. Su frialdad cálculo también que la lluvia tardaría sólo un rato más. Se equivocó en todo.

500 metros luego de salir del puente, en medio de un charco de agua lodosa y asfalto, su cadena estallá. El dolor de sus piernas renace cuando sus espinillas entran de lleno en el agua. Corre a esconderse bajo un plástico que sirve de techo a un comerciante que ha huído a algún cálido hogar. No decide que es peor, la ausencia de sus refacciones, el peso de su mochila escolar o que la lluvia arrecia. Camina bajo la lluvia y esperando reducir la posibilidad de ser asaltado, camina por la ciclovía improvisada junto a las vías de un metro que avanza despacio.

A partir de aquí, queridos lectores, no se puede decir más que especulaciones. En lo personal, me he entretenido toda la tarde imaginando que las personas que lo vieron sabían que su bicicleta estaba averiada, que algunos sintieron piedad, que otros se rieron de su suerte. Me pregunto si esas personas comprendieron que ahí estaba un hombre peleando contra una suerte maldita. Luchando contra sus músculos contraídos ¿Alguno de ellos habrá escuchado que tarareaba Season In The Sun?

Imaginen el mundo que alguno de ellos, observadores audaces, hace: un hombre caminando bajo la lluvia, cargando una mochila llena de malas decisiones que lo han hecho negar su vehículo; un hombre caminando bajo la lluvia, sonriendo a un dios que lo pone a prueba; un hombre caminando bajo la lluvia que sabe que pronto llegará a casa; un hombre bajo la lluvia que canta; un hombre enloquecido bajo la lluvia; la lluvia golpeando el orgullo de un hombre; un hombre buscando una luz al final del camino.

En algún momento de la tarde, la lluvia para y da paso a la absoluta oscuridad y los intermitentes relámpagos del metro y bocinas de carros. Un fantasma se asoma a la calidez de las personas; calcula una hora más caminando. Tarda tres.

martes, 8 de diciembre de 2015

Día 26: Escribe sobre la 30va fotografía en tu celular

Eduardo Coronel Garcilaso



Las noches, para muchos, son ese momento en que pueden descansar del mundo, de sus traiciones y humores. Darse un oasis de seguridad en sus sueños, un tiempo de completa soledad donde no había falta pensar en la inutilidad de la vida o esperando ser útil para la vida. No es el caso del Coronel Eduardo Coronel Garcilaso.

Siendo un virtuoso del submarino, del agua arbonatada, diodos, bisturís, golpes y demás felaciones, a todos parecía natural que alguien tan normal como él tuviera remordimientos por sus víctimas, o al menos pesadillas llenas de culpa; las enormes bolsas moradas bajo sus ojos indican que así debía ser, pero no es el caso. Coronel ha tenido los mismos sueños desde antes de enrolarse a la academia militar.

Cuando adolescente, al igual que sus actuales compañeros de juerga, creía que esos sueños eran la demostración inconsciente de alguna culpa reprimida; leyó todos los libros que halló sobre psicoanálisis, consulto a tarotistas y adivinos, recurrió incluso al padre de la iglesia pentecostés, pues tenía pena de contarle sus sueños al padre que le había dado bautizo y comunión. Así pues, tuvo que reconocer que al inicio de su temprana infancia debió ser una terrible persona; torturar y quemar gatos vivos, aunque le parecía una obscenidad, de acuerdo a los discípulos de Freud era una causa muy probable de sus pesadillas. De esta forma, el adolescente Coronel decidió que tenía culpas de la infancia y que no había otro remedio que tener culpas en el futuro. Así al menos la pesadillas valdrían la pena y obraría en la misma causa que acogía su alma.

Ya enrolado en el ejército, el joven Eduardo decide revelar sus sueños de mareas rojas y octópodos a su enamorada, Fátima Piedad Carmona. Ésta, horrorizada como humana consagrada a la ayuda de los demás (es enferma) pero extasiada por la estupidez resultado de un enamoramiento fugaz y primerizo, decide abandonarlo todo y casarse con él. Usted sabe, para ayudarlo a cargar el peso de una vida de penas.

Siempre que Coronel tiene a un pobre hombre enfrente (todo hombre es de espíritu pobre, gran aprendizaje que al joven Eduardo le enseñan en el catecismo), el Coronel dispara sin piedad, dividiendo su pensamiento en dos: el uno que ha decidido que ese es el camino que el señor le ha dado y que debe seguir como orden de nuestro santo padre, y el segundo que quiere vomitar. Esta frialdad en batalla lo hace merecedor de medallas y condecoraciones que no hacen sino confirmar su vocación.

Eduardo Coronel, ya siendo Coronel, es designado por dedazo del señor presidente, conocido suyo de la academia militar, al mando de la región 4 del máximo batallón de inteligencia del ejército nacional. O lo mismo: el hijo de puta encargado de los interrogatorios, cargo que ejerce con gran diligencia y poco placer. Sus colegas creen que su corazón frió lo ha hecho el hombre al que incluso sus hijos temen, pero es una vida de hijo de puta el que lo ha convertido en un hijo de puta.

Por las noches sueña con el pulpo. No importa que desnuda en su lecho duerme su esposa Fátima o a alguna otra diligente mujer que desea ver a su liberal esposo liberado. Sueña que cada ventosa del pulpo es una boca que chupa sus pómulos y machaca sus testículos, que los tentáculos entran por su boca y oídos, que de la boca del animal sale un falo que lo sodomiza. No importa, se ha acostumbrado tanto al sueño que incluso el pulpo y el calamar son sus alimentos favoritos y ha usado su sueño como inspiración para innovar en su trabajo. Le llaman artista.

Un día, en medio de una sesión donde a un infeliz le pregunta por nombres y direcciones mientras unos guardias usan palos contra la esposa del diablo aquél, es el Coronel y no éste quien se desmaya. Lo veía venir, cada día le da más asco aquel trabajo e incluso piensa en el retiro. Eduardo Coronel vuelve en sí en un hospital, tres meses después. No ha tenido el sueño. Frente a él, unas radiografías de su cráneo muestran un rostro justo en su coronilla. Usted tenía un hermano gemelo, escucha decir al doctor luego de un rato, siempre vivió con usted ¿nunca sintió algún malestar? No, jamás.

Dos semanas después, Coronel vuelve a casa acompañado de esposa e hijos. Ahí lo esperan amigos y regalos. Una nota de su compadre, el señor presidente, dice en letra clara y romántica que casi se regresa de las naciones unidas al saber que su íntimo amigo estaba en el quirófano. Putita cabrona, ríe entre dientes el Coronel. Festeja y contra la indicación del doctor, bebe hasta quedar dormido en su sofá.

Esa noche tampoco sueña. Sonríe al despertar, al ponerse su traje y al llegar a su trabajo. Le sonríe y da los buenos días a un pobre diablo llamado Juan Ramirez. Se entera que tiene esposa e hija. Tiene asco, pero recuerda que lleva casi tres meses sin ver a su amigo el pulpo amarrado entre sus piernas y que ha matado a su hermano.

— Mirá cómo es un hombre, Juanito—le dice a Juan antes de obligarlo a ver como viola a la mujeres.

Pulpo Sodomizando a Hombre, de Francisco Toledo
De la exposición “Duelo” de Francisco Toledo, en el MAM

domingo, 6 de diciembre de 2015

Día 25: Escribe sobre una criatura mitológica


VATICANO, 06 Dic. 15 / 03:47 pm (ACI).- Este domingo por la tarde desde el Vaticano, el Papa Francisco “encendió” y bendijo a distancia el árbol de Navidad y el Pesebre que los franciscanos de la ciudad italiana de Asís (donde nació y fundó la orden San Francisco) han instalado para esta Navidad en la plaza de la Basílica inferior de San Francisco. El Pontífice dirigió también algunas palabras a los cazadores y héroes.
"Recordemos que San Antonio y San Francisco nos enseñaron que los animales son para hablar con ellos, no para matarlos en busca de una gloria que el mundo no se dará el lujo de dar", dijo el sumo pontífice en la ceremonia de la celebración, haciendo referencia a los recientes atentados contra los leones de Nemea, especie dos veces más grande que el león subsahariano.

Las declaraciones del líder del Vaticano se suman a las miles de voces que piden un alto rotundo contra los cazadores, aunque representantes de Nimea se han declarado a favor de los cazadores. "Los Leones son una plaga, se comen a las hidras y sin hidras no hay comida para nosotros. Nosotros damos licencias oficiales a los cazadores y de ahí obtenemos dinero legal con el cual alimentar a nuestras familias. Todo esto es legal" declaró el vocero de la organización sin fines de lucro, Grupo Nimea Vive.

Mientras tanto, en cientos de ciudades alrededor del mundo se han convocado marchas a favor de la prohibición de la caza, encabezados por el activista Juan Ramírez, reconocido por sus adecuadas opiniones en asuntos sobre la naturaleza.

"No vamos a permitir que un caso como el de Hércules Agustino, que dio caza a Mirna, el león más amado por todos, que además tuvo el descaro de hacerse un abrigo, un gorro y un mango. No lo permitiremos, no señor: hay alternativas más amigables con los animales y el ambiente, la ropa de algodón y los videojuegos, por ejemplo.". Declaró el Ambientalista en una entrevista, luego de asistir a la misa del papa Francisco.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Día 24: Una historia que ocurra 100 años en el futuro

— Vivimos para sobrevivir, no para juzgar.
Tarde muchos años en entender las palabras de mi padre. Cuando pequeño, no entendía lo que significaba sobrevivir, mi madre nos daba de comer y el amo le daba de comer a ella. Al crecer, acompañar en las incursiones a las ciudades al amo y nuestro padre era un juego.

Ellos no le tenían miedo a nada. A las sombras que acechaban cada esquina, ni a los cuerpos con olor a sangre que nos vigilaban a lo lejos. Incluso parecían divertirse cuando teníamos que saltar para evitar disparos de las azoteas.

Pero siempre mientras regresamos al refugio en silencio, con las mochilas llenas de latas y municiones, sus miradas eran tristes, llenas de preocupación. Dejaban que mis hermanos y yo peleáramos y jugáramos, pero no soportaban nuestros ladridos. Todo debía hacerse en silencio.

Conocí la palabra muerte a mis 7 años de edad, cuando en una incursión mi hermana recibió un disparo en una pierna trasera. Recuerdo sus ladridos, el primero fue corto y el segundo largo, como un del viento atravesando un árbol. Mi padre se detuvo sólo a decirnos que siguiéramos corriendo. Cuando nosotros encontramos un refugio, el amo ordenó a mi padre que nos quedáramos y salió. 5 minutos después regresó con el cuerpo frió de mi hermana. Volvimos a casa y el llevo el cuerpo de mi hermana.

Conocí la palabra sobrevivencia el día que los otros encontraron nuestro refugio. Tenía 30 años y 30 eramos los perros que el amo poseía. La mayoría apenas unos cachorros: mi madre defendió la casa mordiendo siempre al cuello, como papá siempre nos había enseñado. El sabor a sangre nos volvió locos y atacamos. Eran un grupo pequeño, pero todos tenían armas, el amo y mi padre se retiraron y sólo los mayores pudimo seguirlos. Sobrevivimos 9.

Dos semanas después entendí las palabras mi padre: no había comida por ningún lugar y los caminos que no eran zona infestada de muerte, estaban infestada de los otros. La tarde siguiente al término de la comida, mi padre vino a vernos y me recordó sus palabras. El amo tomó su palo de hierro y le cortó el cuello. Mis hermanos comenzaron a gruñir, nuestros ladridos comenzaron lo vimos quitarle la piel, pero guardamos silencio al ver que lo cocinaba y nos los daba.

Entonces entendí que en toda mi vida no había visto a otros perros, tampoco a otros humanos. Sólo mi familia y el amo. Decidimos sobrevivir.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Día 23: Describe o inventa un recuerdo de tu niñez

¿Verdad o Invención?

Antes amaba el frío, pero ese día hacía frío, mucho. Al menos para mi, un recién llegado a un lugar que odiaba con personas que odiaba, hacía frió. Recuerdo llevar un pantalón de algodón debajo de mi pantalón de mezclilla, una playera de manga corta bajo una de manga larga, y arriba de eso una chamarra militar. Recuerdo estar acostado en el segundo nivel de una litera, en la esquina de una habitación sin ventanas, entre dos cobertores. Afuera estaba oscuro, pero eran las 4 de la tarde. La fragilidad de la corriente eléctrica no permitía el uso de bombillas, así que era oscuro. Tampoco el de la televisión y la señal de radio se quedaba en una colina a 50 metros de esa casa. Frío, oscuridad y silencio. No, no había silencio: había voces de las otras personas que vivían ahí ¿quiénes eran? prefiero huirles.

El pantalón de mezclilla se estaba congelando, como si fuera cartón me rasgaba la piel en lugar de mantener su temperatura. Entré en las cobijas y con mi aliento intenté calentar las piernas. También intente frotar con mis manos y moverse. El frió nunca desapareció, pero sude. Aquel día había vuelto a pelar en la secundaria, si a eso se le llama pelear. Dos niños (20 centímetros más bajos que yo, 20 kilos más pesados) me golpeaban las costillas mientras otros me sostenían por detrás. Luego, cada uno tomaba una extremidad y me cargaban contra el primer poste de luz que encontrarán ¡La memoria es increíble, he logrado olvidar ese dolor! más recuerdo que ese día apenas podía caminar. La última vez que había llegado golpeado quejándome a casa, había terminado más golpeado, por maricón, por débil, para aprender a ser hombre. Siempre me defendí y por muchos años continúe siendo golpeado, pero no por cobarde o infantil.

Odie ese sudor de miedo, por vergüenza. Quería bañarme, pero de haberlo hecho tendría que salir y caminar 10 metros hasta la cisterna, sacar agua, traerla a la casa y conectar una resistencia, lo que implicaba someterse al permiso de las voces al otro lado de la pared. No lo hice.

Sólo quedaba dormir, pero mi cuerpo era mi enemigo y desee ir al baño. Eso era más sencillo: 4 metros fuera de casa, abrir la cortina, subir a dos tablones superpuestos a un agujero que hacía de fosa, aguantar el aire rancio de mierda mientras tenía que bajar mis pantalones y rogar que el aire no se llevará las lonas que hacían de pared o que uno de las postes enterrados se cayera, o que no lloviera y me pudiera resbalar. Daba igual, lo hice.

¿Saben? afuera hacía aire y del cerro bajaba una nube con brisa y agua hielo, pero ahí hacía menos frío que en mi cama. Incluso cuando estaba acuclillado con los pantalones abajo y comenzó a llover. La lluvia era más cálida que el viento, mucho más. Me quite la chamarra y me lave los brazos, las piernas. Lo único repugnante, además de estar sobre un agujero de mierda, fue limpiar mi culo mojado y sucio de mierda.

Me volví a poner la chamarra, subí los pantalones y regrese a esa casa. La voces me vieron, me regañaron, me impidieron entrar. Pasaron 2 minutos y me tendieron una toalla. Me sequé. La ropa mojada la coloque en la única silla de mi habitación. No recuerdo si dormí. Tampoco recuerdo si cené. A ese día le siguieron muchos más fríos, con pantalones de cartón, agujeros de mierda en el piso y golpes. Con mi silenciosa garganta consumiéndose en palabras nunca dichas. No importa, ya paso.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Día 22: escribe sobre un sueño

La lluvia


El hambre que sentía le recordaba el pacto que había hecho. Fue mi mejor amiga, un fantasma de la sociedad que me encontró ¿qué habría sido de la ciudad sin ella? ¿qué habría sido de mí?

Tardé toda la tarde en sacar su cuerpo de la funeraria. Un par de horas en preparar la tina, sobornar para abrir puertas y sobornar para olvidar rostros. Nadie debe saber que estoy aquí. La planta de reciclaje lleva sólo 10 años funcionando, dando agua fresca a la nuestra y otras 5 ciudades del estado. Fue la primera, fue la mejor. Aunque soy sólo una burócrata más, creen que yo fui quien descubrió el secreto ¿realmente se puede descubrir el progreso? al igual que ella, el progreso me encontró.

Mientras bajo escaleras y me quito los tacones y ropa de luto, voy recordando la tarde que encontré los planos. Me gradué en química y me costo entenderlos, pero la verdad estaba ahí: el biorreactor, las dimensiones precisas: todo. "Anónimo", decía el nombre del autor. Hice correcciones y fue cuando la conocí. Me agradeció algunas, me llamo genio, pero en general, pidió que no se modificará.

Llegué. La bóveda estaba a medio kilómetro de profundidad: más profundidad implica que la energía necesaria para subir el agua sería incosteable, menos seria demasiado tóxico para el ambiente. En cada 5 metros de sus casi 500 metros lineales hay aspersores, cada uno deja caer un metro cúbico de agua cada segundo, gota por gota. Literalmente. El piso una reja impide el contacto con una ventosa de ácido que filtra el agua. Más abajo hay un fluido poroso que filtra el ácido y luego vienen las tuberías que devuelven el agua a la superficie.

Ahí era donde los cuerpos convertidos en una pasta café de ácido eran llevados antes de su última parada: todos los vasos de agua de la zona. Las mafias siempre han sido punteras en desaparecer cadáveres y que mejor forma de hacerlo que ahí, en la última forma de recolección de basura.

Respirar era casi imposible y mortal: el ambiente está compuesto un 90% de agua y los pulmones colapsan luego de un rato de respirarlo. Me coloque la máscara de aire y guantes especiales, luego sellé todo mi traje. Volteé a darle un último vistazo. Ahí estaba mi amiga, todavía completa en su ataúd. Siempre la consideré la mejor, aunque los premios fueran míos, el reconocimiento era suyo. La arroje al ácido.

El vapor que desprendía era rápidamente absorbido por el agua del ambiente. Pude ver la tina teñirse de rojo y coágulos desaparecer lentamente. «Adiós, adiós» parecen decirme. De pronto sus brazo con medias carnes y algunos huesos se extienden hacia arriba, luego lo que fue su rostro. Uno, dos, tres pasos atrás me hacen sentirme a salvo. 5 segundos más de vigilancia me devuelven la cordura. «Gases atrapados, reacciones electrónicas que activan nervios, rigor mortis» Puede ser cualquiera de ellas, todas igual de posibles… no importa, no importa.

Uno, dos, tres, cuatro. Uso la tina que llevaba para volver a acostarla. Me arrepiento de no saber si este puto traje es contra el ácido.


Llevo unos minutos sentada, viéndola irse. El frió me devuelve a la vida. Me recuerda mi hambre. Me recuerda que ella se ha ido. Voy regresando a la superficie. La tina se puede quedar ahí. No sería la primera vez que un mafioso lo hace, a nadie le importa realmente: 5 minutos bastan para que la bóveda borre toda huella dejada.

Una, dos cuartos de control después, noto que el casco no estaba del todo sellado: mis mejillas están mojadas.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Día 21: "Se encontro a su crush en una librería"

Su nariz advirtió que algo iba mal en su amada librería. A su derecha los mostradores de fantasía y poesía. A su izquierda, consulta. Detrás de él sólo divisó las escaleras del primer piso: artes gráficas, revistas y recuerditos. Sudaba frío.

«Ha de ser una señora, siempre son señoras las que vienen y usan ese perfume y las señoras son amables conmigo y siempre dicen que soy buen muchacho y que ojalá me hubieran conocido hace 60 años». No era una señora. Como en película de terror adolescente, entre Salud y Química surgió una melena café que él conocía tanto, por motosierra tenía una sonrisa de ángeles y sus pómulos eran hermosos.

«Mierda, me hubiera ido a tomar, pero pinche antisocial tenías que venir a ver si encontrabas algo para las vacaciones. Pendejo, si las vacaciones son en tres meses y ni vas a leer, te la pasas en pinche internet todo el día. Corre cabrón, corre como nunca, antes de que te vea y te tomé del ñoño que eres… pero, pero, sí soy un ñoño y no quieres a alguien que no te quiera por cómo eres ¿o sí? sí, la neta sí, igual la quieres, corre, que si te ve…» En ese momento lo vio.

Sus ojos sonríen y se dispone a caminar. hace un movimiento de tomar algo de un estante «¿Libros? si ni lee. Ha de ser algo de su carrera o un regalo ¿será para mi? mi cumpleaños es la próxima semana. A lo mejor se acordó que le regalé un libro cuando fue el suyo, y cuando empezó el semestre, y el que le pidió leer la gorda de su maestra. Oh sí, hermosa diosa de pascua, seguro es eso». Ella se detiene un instante

«¡Ya valió cheto! seguro se dio cuenta que me gusta desde hace 5 años, que siempre sonrío cuando la veo y, sabiendo lo repulsivo, narcisista y presumido que soy, me desdeña». Ella camina hacia él.

«Dios, dios, dios, tus piernas, esculturas que el arte envidia ¿mis ojos te lo dirán? ¿me escucharás si te lo digo? que sueño con tus piernas, que me abrazan, me cubren y vuelven triunfante mi mundo ¿Escucharás que para mi, tú sola presencia es lisonja, que haces parecer a venus un vogón? Si existe un dios, grande y benévolo, debió extinguirse al darlo todo por crearte ¿Será que me sientes?». Lo que siente es su mirada sobre él, sobre sus mejillas ya rojas.

«Tú, tú, en tu magnánima presencia quizá hayas entendido mi corazón que grita tu nombre para no dejarse devorar por la noche. Has sentido mi corazón y el tuyo que oro es, lo ha perdonado y se ha enternecido ante mis vulgares sentimientos».

— ¡Hola, Vania!

«Sabe mi nombre. Sabe mi nombre. Sabe mi nombre. Cuando mi madre lo ideó, lo pensó para que fuera cantado por ángeles. Mi bella, mi talismán, has hecho su sueño realidad, has sellado mi destino. Sonrío, estoy sonriendo ¡Y como no voy a sonreír si me has llamado por mi nombre! Si por siempre, mi nombre en tus labios fuera lo primero que escuchará por las mañanas ¿curaría el cáncer? ¿hallaría la fusión en frió? ¿acabaría con la pobreza? Tonterías, sólo sería feliz y nada importaría. Ni el diario atardecer ni los horrores de la noche.»

—¿Apoco no te acuerdas de mi nombre? Ya, dime cómo andas.

«Se enojó. La cague. Oh desgracia griega. Desearía tener mil ojos más para darlo en tributo a los dioses por salvarme de esta calamidad. Carlos d´Albret ¿crees que tu desgracia en Agincourt fue grande? hubieras de ver la mía, teniendo a mi alcance la cúspide de la evolución y cagandola».

— Bien… este…como…
— Que bueno.

«¡Se alegró! Vania, eres un chingón. La salvaste como nadie, como nadie. Ahora, a por la ofensiva. Si yo hubiera estado en Agincourt, esos ingleses hubieran valido papa»

— Bueno, me voy. Nada más pase a comprar unas cosas que mi novio me encargo.

«La muerte nos acecha y somos sus víctimas, su granja de almas con la que se alimenta. Se ríe de nuestras ilusiones ¿qué son nuestros sentimientos ante la muerte? un néctar dulce y gracioso. Anda parca, sega mi alma, más prometo no encontrarás nada. Mi alma ha muerto, y con ella, mi esperanza».

martes, 1 de diciembre de 2015

Día 20: usa las siguientes palabras en un cuento (abuelo, álbum fotográfico, oficina postal y folder)

Humanidad es una palabra comúnmente usada para describir a una especie de ser vivo, compuesto mayoritariamente por carbón y el ímpetu de conocer y relacionarse con otros seres vivos, en el peor de los casos con otros seres vivos que puedan ser agrupados por la palabra Humano. Cuando estas relaciones alcanzan a varios miembros del grupo y trascienden una etapa generacional —esto es, se chingan entre ellos y crecen nuevos Humanos— se crea un nuevo grupo denominado sociedad.

Contrario a muchos otros grupos de seres vivos relacionados, las sociedades son conscientes de su propia existencia y atrocidades, muchas ocasiones olvidan que su unidad atómica es el Ser Humano, que también puede llamarse Hombre. Para el caso que nos ocupa, hablaremos de un hombre de estatura promedio, inteligencia promedio, con una casa promedio, que al igual que el abominable promedio de los humanos desde hace varios millones de años, camina de forma promedio alrededor de otros humanos, parecidos entre sí. Hay sólo dos cosas que diferencian a este humano en particular: su gusto por los sombreros de piel (los usa aún en invierno, cuando son del todo innecesarios) y el folder rosa que lleva bajo el brazo.

Si uno observa con atención —amable lector, le pido que haga uso de su imaginación o bien, salga a leer esto a la calle— todos los humanos se siguen los unos a los otros: si en el camino uno golpea a otro, inevitablemente los cinco o seis humanos detrás lo golpearán también. El día de hoy, al hombre del que hablo, lo han golpeado ya 40 veces y ha activado un mecanismo de defensa evolutivos llamado ser amargado: produce gruñidos y mira a los ojos a todos quienes se le cruzan, intentando persuadirlos de sus intentos de agresión, con muy malos resultados. Esta actitud provoca que quienes lo golpean se sientan satisfechos, como si hubieran cumplido con algún mandato divino al castigar a este Humano tan desagradable.

En el horizonte, otro humano aparece: es apenas un crío, tan delgado y mal vestido que parece trapeador. La escena es habitual: observa al hombre promedio e identifica que, aún más que ese excéntrico sombrero de piel, el folder es importante. Corre. Lo golpea y en un rápido intercambio de modales termina huyendo con el folder. El hombre promedio se queda perplejo, pero le han quitado un peso de los hombros.

El joven (palabra usada para identificar críos de humano que son suficientemente grandes para ser insoportables) entra a una calle menos transitada. Abre el folder y aspira un polvo blanco. Le reconforta saber que tenía razón. Abre una puerta roja con tanta naturalidad que parece no importarle a los transeúntes que su nariz está sangrando. Tampoco le importa al padre del padre del joven. Un hombre en toda la extensión aburrida de la palabra que por su actitud bien podría pasar por otro crío. Le grita palabras que en lenguaje humano están diseñadas para ofrecer una crítica constructiva e invitan a una profunda reflexión sobre el ser, pero que en práctica sólo hacen salir lágrimas de los ojos de los humanos.

El hombre cría llama a sus secuaces, hombres que a lo largo de su vida han demostrado ser buenos relacionándose entre sí, y deciden intercambiar el contenido del sobre por algo llamado dinero, una simple y muy útil convención de las sociedades humanas para conseguir cosas sin necesidad de discutir demasiado.

Le entrega el folder a uno de ellos, quien lo lleva a la oficina postal ahí lo cambia de lugar: introduce el contenido en varias cartas con direcciones sabidas de antemano y nombres falsos. El contenido del sobre es distribuido por toda aquella sociedad.

En otro lugar de la ciudad (nombre que los humanos le dan a sus cuchitriles) otro humano hace que sea necesario introducir una nueva palabra: mujer, básicamente un humano pero de formas más redondas, piel más suave y una determinación para casi cualquier cosa que roza con lo que es universalmente conocido como locura. La especie humana requiere de estos dos factores (hombres y mujeres) para producir críos, representando uno de los principales desafíos y motores en la carrera de esta especie por convertirse en una civilización medianamente decente.

Ahora bien, como les decía, en otro lugar del cuchitril se encuentra una mujer viendo su pozo de nostalgia depresiva y nostalgias de la edad, también conocido como álbum fotográfico. No es que fuera particularmente vieja para el entonces estandart de su sociedad, sino sólo un rasgo de su personalidad. Escucha el timbre de su puerta tocar y desea que no hayan extraviado de nuevo su mensajería. Abre la puerta y sólo ve un sobre que abre deseando se trate de una carta de amor. Sólo polvo blanco.

Al mismo tiempo, el crío y el humano crío mueren asfixiados. Los secuaces están paralizados en el hospital y sus médicos dejan sus intentos de salvarlos para pasar a algo más importante: conocer la causa de muerte. El hombre promedio está saliendo del cuchitril: ha contactado con sus jefes y desconoce el asombroso éxito que tiene su plan. Al día siguiente esta mujer muere en soledad. Su último pensamiento es: no hay nada peor que morir en soledad.

En los hospitales, las personas mueren en tal cantidad que al irse de este mundo, sienten consuelo de no irse solos.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Día 19: escribe el obituario de una figura historica. La muñeca Fea

Hoy ha muerto la dignidad.
El día de ayer a las 3 de la tarde, la señora Clotilde Flores perdió la vida a sus 82 años. Se le recuerda como la joven que perdió a sus dos padres y vivió en la vieja casa de sus abuelos.
Esposa y viuda del antiguo ladrón de bancos estadounidense Cowboy Mouse, que luego de conocerla se volvió coronel.

Cuido a sus tres hijos eran apenas unos niños de leche, los alimento remendando botones y con historias por las noches. Ellos siempre me contaron de las peleas que sostenían por llegar primero al canasto y rebozo que ésta traía, luego de todo un día de regatear.

Al morir su esposo, consiguió trabajo de nana, donde la conocí y pese a mis numerosas quejas con la merienda y nata de las 7, siempre me aconsejo buscar la dignidad y belleza interna. Hoy, que mi nana y segunda madre ha fallecido, permito informar que la familia Soler está eternamente agradecida por sus cuentos viejos y acompaña en todo lo que se pueda a la familia y amigos de la fallecida.

Atentamente, su niño llorón.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Día 18: una historia que suceda en un pueblo fantasma

Camine toda la costa, hacia el sur, hacia ese sur que me llamaba con sus constelaciones, sus vientos. La playa era fría y hacía rato que el sol se había esfumado.

«¿A que me quedo?» me decía «no hay nada para mi en este lugar». Ella se había marchado, con sus silencios, sus risas, y las mías también. Fue entonces que entendí que me había perdido a mi mismo, entre las olas de una ciudad que no comprendo, aferrándome al canto de unas sirenas que jamás pude ver.

Soñaba con ser estrella, con estar sobre un escenario y cantar, que mi voz se escuchase a lo lejos hasta provocar un eco. Una vez pude hacerlo, perder el control de mi voz y dárselo todo a mi corazón. Ese instante había quedado atrás.

Desde mi principio hasta esa noche, lloré todo el tiempo. Por mi, por ti, por los sueños rotos, porque alguna vez pude haber amado ¿no debería sentirme alegre por haber sentido el amor, la esperanza? Eso dicen todo, pero aquella noche fue una atmósfera que cargaba a hombros.

Por la mañana llegue a un pueblo de chozas de palma. Sólo las olas hablaban, diciendo “Soledad” una y otra vez. Creí que eran pescadores, que se habían internado al mar y volverían por la tarde. Me senté en la orilla, bajo una palmera para así evitar las quemaduras. Recuerdo haber soñado con fantasmas que danzaban alrededor del cuerpo sin vida de ella, los fantasmas habían tatuado en su pecho las palabras puta y lejos. No pude entender porqué.

Al despertar por la tarde, me pareció ver un grupo de balsas llegar y me levante a hacerles señas. Era sólo una ilusión y aún creo probable que siguiera dormido. Cuando me hube cansado regrese a las chozas y llame sin obtener respuesta. En la primer choza que entré había un esqueleto de niño acostado y bien cobijado en un tapete. Sus huesos eran entre amarillos y verdes por un moho que lo cubría todo. Lo mismo en la segunda y la tercer choza que abrí: restos amarillos y verdes, todos cobijados. En la cuarta, hallé una cobija que trazaba con gran precisión el cuerpo redondo de una mujer. Toque lo que pudo ser su hombro y grite al sentir el hueso desnudo.

Salí y decidí continuar mi camino. El sol estaba ya pintando de rosa el mar y aún tenía que preparar lo que venía siendo mi desayuno. Con los últimos rayos del sol, pude terminar una fogata y cocinar algunas verduras que había comprado dos días antes. Nunca fuí el tipo de persona que sobreviviera con sus propias manos, así que mi mochila estaba bien preparada para el viaje.

Estaba yo comiendo cuando de pronto tuve la necesidad de voltear a las chozas: había fuego.

Deje mis comida, apague mi fogata y regresé. Los pequeños montones de huesos bailaban alrededor de la choza donde había encontrado a la mujer, todos con antorchas de palma, sin producir más sonido que el del fuego arder.

La mujer salió, aún con su cobija en hombros. «Su cadera era demasiado ancha para sus hombros, eso era lo que provocaba la obviedad de sus trazos». Volteo a verme, o la menos su cráneo veía hacia donde me encontraba. Hice un saludo. El baile se detuvo y los niños inquietos voltearon a verme, temblaban, supongo de miedo pues hacía demasiado calor con sus antorchas. Pregunte por el siguiente pueblo ¿Qué hubieran hecho ustedes? ¿correr? Eran sólo un montón de huesos de niño que apenas y podían estar de pie, tiritaban y además, si ahí moría, no podía ser peor que todo eso que había dejado en el norte.

«Tonto, si son sólo huesos ¿como podrán oírme, verme o responder?» Pero respondieron. Al menos la mujer respondió. Salió del círculo de baile y se agacho a tres pasos de mi. Con su mano derecha continúo envolviéndose con la cobija y con la izquierda trazó un mapa. Noté que en ese grupo todos eran zurdos. O quizá esa era sólo una costumbre tribal.

La mujer se levantó y volvió dentro de círculo. Leí el mapa y reconocí donde estaba, el pueblo donde había comprado mis provisiones y el siguiente. Calcule otros dos días de viaje con el paso que llevaba. Me levanté agradecí y volví a interrumpir su baile, todos voltearon a verme y la mujer volvió a salir del círculo, estiró su brazo izquierdo y me condujo hasta bien fuera de la aldea. Luego volvió.

Camine hasta que no hubo más sur al que caminar. Cuando el cielo me era tan inhóspito con sus constelaciones y sus estrellas. Cuando el frió hubo de quemarme como el sol no había hecho en todos esos meses de viaje. Fue entonces que descubrí el moho que crecía alrededor de mi cuello.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Día 17: Usa el viaje en el tiempo en una historia

Instantes

10 segundos es poco tiempo, pero a Hernán le bastaban:

10 segundos al pasado era el tiempo suficiente para seleccionar y ganar el lugar adecuado en el vagón del metro por las mañanas.

10 segundos al futuro era más que suficiente para no tener que oler ciertas calles de la ciudad.

10 segundos al pasado bastaban para saber si esa chica le correspondía un beso robado.

10 segundos al futuro bastaban para pasar por valiente en las cintas de terror.

10 segundos al pasado le bastaron para correr antes de entrar al cuarto de su madre
moribunda y 10 segundos al pasado lo hicieron recapacitar.

10 segundos al futuro lo salvaron de morir en el incendio que la dejó en la sala de urgencias.

10 segundos al pasado lo ayudaban a copiar en los exámenes sin ser sorprendido.

10 segundos al futuro le ayudaban a esperar la comida sin tener que pelear con su hermana.

10 segundos al pasado le obligaron a ver  brevemente a su padre golpear a su madre.

10 segundos al futuro le obligaron a escuchar a su padre hablar con su otra familia.

10 segundos al pasado le permitían pensar más a fondo en las reuniones de la oficina.

10 segundos al futuro le permitían no recibir los escupitajos de su jefe al hablar.

10 segundos es poco tiempo.

10 segundos es el tiempo que tardó su madre en pedirle que buscara a sus medios hermanos y otros 10 segundos el tiempo que le bastó a su padre para romperlo todo y marcharse.

10 segundos es el tiempo que permaneció inmóvil sin saber qué hacer con su hermana llorando y 10 segundos lo que duró el abrazo que se dieron. Ya no eran niños, pero como si lo fueran, esos 10 segundos fueron una eternidad.

Hernán meditaba mucho más de 10 segundos sobre qué era un instante. 10 segundos le habían bastado para repetir algún instante cientos de veces: algún beso prófugo, algún cielo en guerra, amaneceres a la orilla de un río. También, 10 segundos al pasado, tantas y tantas veces le habían permitido memorizar rostros y bromas.

Un día intentó ir de 10 segundos en 10 segundos hasta volver a ver su madre: no pudo ir más allá de un año y prefirió volver a su presente. Era un año triste, sin su hermana que había casado. Sin alguien a quién querer, aunque fuera por una noche. Y ese año había viajado más que ningún otro hacia el presente, hacia el futuro, y todo daba igual: era un año terrible.

Entonces sintió la enorme necesidad de decir "Te amo". ¿a quién? a todos. 10 segundos al pasado cada vez, incluso, a veces, 10 segundos al futuro para poder alcanzar a quien fuera su objetivo. Te amo, te amo, te amo.

Un día, Hernán está casado. Vuelve a casa de su madre. Ahí vive, pero es de ella, nunca de él. Vive sólo desde que su hermana se marchará. Hace 4 años de eso. Hernán de 10 en 10 segundos viaja hasta llegar al cuarto de su madre.

Su madre aparece como la recordaba siempre, enferma, quemada. Le sonríe y le dice su nombre. Hernán va 10 segundos al pasado para volverla a ver y ahí la encuentra. Detente, dice ella, sólo quería verte, llama a tu hermana. Su madre desaparece mientras le grita, 10 segundos al pasado y no está. 10 al futuro: sólo haya soledad.

Hernán habla a su hermana. Lo encuentra en mal estado. Se preocupa y se queda un tiempo más. 10 segundos le bastan para entender que 10 nunca han sido mucho tiempo para su hermano.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Día 16: Escribe un cuento sobre la primer canción que aparezca en aleatorio en tu reproductor

La canción es “In The Desert Of Set” del disco Teli de la banda Therion.


El gran desierto

Jasejemuy nació 20 años después de que Seth hubiera sido coronado rey de egipto. Vivía en medio de lo que solía ser el rió nilo, al menos eso creía. A sus 20 años vió el río arder por meses, haciendo huir a ranas y demás pestes hacia los pueblos, quemando primero cocodrilos y luego a los peces indefensos. Tras de sí, el fuego sólo dejó un montón de piedras, restos de la ciudad más llena de vida que los egipcios pudieran recordar.

Su familia fue al sur, él fue al norte. Aprendió a vivir del agua de rana, agua estancada repleta de ranas y sus hueva. Ahí daba de beber a los dromedarios y llenaba la espalda de agua a los camellos. Sin querer, paso de viajero a mercader del agua. Así conoció a Nephthys. Se enamoró de ella pese ser mucho más joven que ella, aunque nadie que no fuera un loco del desierto lo hubiera dicho: ella era el nilo en sus mejores crecidas, fértil como una tierra perdida en la historia.

Jasejemuy le contó que buscaba el legendario río salado, al norte, tan al norte como se pudiera llegar. “Ahí sólo encontrarás más y más oasis de ranas. Las ranas lo dominaron todo.”

Pero Jasejemuy no cedió y abandonó a Nephthys. Fue al norte hasta cumplir 40 años. Hacía tiempo que había comido a sus camellos: ya no hallaba humano con el cual comerciar. A su lado, los dromedarios florecieron en tres generaciones, a ellos los conservaba con la esperanza de tener su propia familia.

Nunca encontró el mar: sólo desierto y más desierto. Cada tres o cuatro meses encontraba ranas y sus estanques, pero a lo largo de los años había notado que los ojos de estas eran cada vez más grandes y parecían ópalos algunos, diamantes negros otros. También el desierto era diferente: la sal del norte era fría y quemaba sus manos aún más que la de su hogar.

El día que cumplió 40 años, vió a las primeras personas: hombres altos de pelo como paja. Sus ojos eran negros. Ahí comenzó la noche: el sol se volvió una niebla gris que brillaba tanto de día como de noche. Cuando la niebla alcanzó a la luna, ésta se volvió un punto negro en el eterno día. Una presagio del fin.

Los hombres le contaron que eran hijos de Nephthys y que ella mandaba a buscarlo. Tomaron a los dromedarios y entonces Jasejemuy notó que sus prendas eran de piel de rana. Sonrió, nunca se le había ocurrido tal cosa.

Caminaron como sabiendo dónde encontrar agua, pues nunca les faltó. Hacía tanto tiempo que Jasejemuy no había estado en el sur que había olvidado cómo era su cielo, lo anhelaba.

—Sabes que es el fin ¿verdad? —dijo Nephthys cuando lo vió, seguía tan fértil como antes— Lo es, querido Jasejemuy.
—Deseo una familia que cuide de mis bestias.
—No hace falta: he dicho a mis hijos que las degollaran a todas.

Jasejemuy intentó salir, pero al llegar a la puerta de la tienda distinguió el olor a sangre y los gemidos dóciles de sus animales.

—El nuevo mundo no los necesita: mi hermano es todo lo que debe quedar. Y sólo faltas tú. Pero me ha pedido que te permita ver su obra de arte.

Cuando Nephthys puso sus delicados dedos en el brazo de Jasejemuy para llevarlo fuera, éste descubrió las llagas que la nube sol le había provocado. Pensó que la muerte lo reinaba ya todo, pero al salir de la tienda su nariz le advirtió una sensación: tierra mojada, brisa.

 Fuera de la tienda y hasta donde veían sus ojos, distinguió flores rojas. “Croak” escuchó. “Croak, croak, croak” cantó el mundo y las ranas salieron de dentro las pequeñas flores. Jasejemuy piso una, dos, tres, no había otra cosa en el mundo más que él, Nephthys y esas malditas ranas. “Croak, croak, croak” Miro al suelo y vio sangre en sus zapatos, en sus pies. Las ranas se lo habían comido todo.


Día 15: Escribir sobre un extraño que veas y su vida mientras lo observas

— Estoy embarazada.

La maldición de su familia: nunca conocer más de un año a quien será su esposa por diez.
«Bueno, no ser tan malo —pensaba Octavio—. Samanta es bonita, y para ser tan bonita como es, es muy agradable. Me aflojo hasta la tercer cita así que creo que tiene modales. Va a muchas fiestas pero nunca toma y dice Aracelí —ex novia de Octavio en la prepa y ahora mejor amiga. Los presentó en su cumpleaños— que no es tan puta. Es más, hasta dijo que haciamos bonita pareja, y eso que no estaba tan peda…»

— ¿No vas a decir nada?

La mueca de Octavio parecía esa mueca que ponen los recién graduados en su primer entrevista laboral luego de la inevitable pregunta «¿Cuánto quiere ganar?» «15 mil al mes» «¡Ja! buena broma esa. Dígame ¿realmente cuánto quiere ganar?».

—Estoy muy contento —eso es el equivalente a decir al entrevistador «Sí, una broma, quiero 7 mil y trabajaré horas extra sin paga».

Habían ido al cervantino para celebrar dos meses de salir juntos y, él cuatro y ella 3, de haber terminado sus cataclísmicas relaciones pasadas. A él lo habían terminado por solicitar, de la manera más atenta —esto es, previo al primer aniversario y mientras iban a recoger los restos de su suegra a los servicios funerarios— que para su cumpleaños quería hacer un trió con una mujer latina y una mujer de color. El problema era que su entonces novia era asiática. Samanta simplemente había terminado una relación de 8 años donde su ninguno de los dos se atrevía a dar un paso más maduro en su relación.

Octavio voltea y ve, debajo de la universidad, a uno de esos miserables turistas que toman toman fotos a todo el mundo, regocijándose de sus cámaras por creer que los convierte de inmediato en artistas frustrados.

—Dame un segundo mi amor —segundo error: era la primera vez que le decía amor.

Octavio baja las escaleras hasta llegar al turista, intentando demostrar su hombría ante su mujer. «Le pediré el anillo de mi abuela. Aracelí conoce muchos diseñadores, así que su vestido será el más hermoso del mundo. Sí, no estará mal. Llevaré a mi hijo a los bailes y le enseñaré todo lo que sé de mujeres. Aunque, si es niña, le enseñaré todo lo que debe saber para que no acabe con un pendejo como su padre, y será tan bonita que nunca tendrá que hacer tarea ni deberes, ya tendrá amigos para eso.»

— Deja de tomarnos fotos a mi esposa y a mí ¡hijo de puta!

Samanta no oye lo que su estúpido novio le grita al pobre muchacho. Está triste: sería la primer mujer de su familia quien usará su embarazo para huir del matrimonio.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

Día 14: Crea una historia sobre la vida actual de alguien encontrado en tu anuario

El día de ayer no publique el cuento correspondiente a el día 25 de Octubre, esto porque lo escribí en Evernote de mi celular mientras iba en el transporte y quedo atrapado enmedio de un bug con la base de datos del Evernote.

Por esta razón, no publicaré aún mi cuento, hasta que pueda sacar del celular lo que ya había escrito (bastante, de hecho).

Pongo el inicio del cuento, que es lo unico que se pudo sincronizar en la nube:

Miriam


Su nombre: Miriam. De piel blanca, de gasparin. Pelo negro muy lacio. Sus ojos eran negros, brillantes como faros que me decían a donde volver en medio de un océano de soledad.


martes, 24 de noviembre de 2015

Día 13: Iniciar con la frase "Me parecio ver"

Eternindad

Me pareció ver un atisbo de esperanza: en el cielo, en el fuego, a través de mi ventana, las estrellas brillan y la luna refleja mi corazón. Un gato maulla al otro lado de la calle y el bebé de los vecinos gime, como llorando y riendo, no lo sé. El café que he preparado es bueno, me despierta, me da ánimos para continuar viendo.

La memoria se pliega, se retuerce como las cobijas que voy colocando en la cama. Preparo más café, lo necesito. El hiato de nuestros corazones se desborda, se vuelve loco y nos ruega volver a la cama. Le beso el cuello, suave, de primavera.

En sus ojos veo el pasado: miedo, soledad, la locura ¿Qué más da si vive y muere? A nadie molestara. Suspira, susurra nombres, lugares, me habla del nombre de sus mascotas, las fiestas de sus hermanos. Cae en la cama, plegada como lo estaban las cobijas antes de iniciar. La envuelvo y le doy café. Espero.

En retrospectiva, no son los maullidos del gato ni los lloriqueos del nene, tampoco lo es el fuego, las estrellas, mucho menos el cielo. Es algo que halló dentro de mi, algo nuevo que da miedo. Sus recuerdos no son tan deliciosos: son fríos, trágicos ¿habrán sido sus mascotas o habrán sido las mías? Me parece ser demasiado viejo para que mis hermanos tuvieran esas fiestas.

Es la ventana la que me despierta de mi ensilamiento. Sale el sol y el café en ella la despierta a tiempo para que volvamos a dormir juntos, corazón a corazón ¡Que bella es la eternidad!

Día 12: Da nuevo significado a 10 palabras

Bayoneta: Alimento tradicional de las regiones nórdicas compuesto por un nutrido grupo de bayas varias asadas en varillas de metal.

Difamar: Acto de bifurcar la aspiración de un cigarrillo.

Fonógrafo: (reg.) Practicante del estilo artesanal de grabado sobre el Fomi.

Honesto: (antr.) Nombre de dios hindú, raíz entre mitos Homéricos y obras Wildenesas.

Jávega: Red ritual tradicional con la que los miembros de la tribu australica los Jaibas, enredan a sus sacrificios.

Lúdica: Instrumento musical parecido a la flauta, de una sola boquilla que produce variaciones al bloquear con un disco.

Moral: Arte sexual que inicia en las manos y termina en la boca.

Pavellón (lat.), Pabellón: Pavo de cabeza desproporcionada.

Peatón: Traslación del término escocés para chicharo gigante.

Silogismo: Mamífero transgénico que defeca silos nucleares.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Day 11: Una historia donde los personajes van sin poderes sin un día

El Dios

Se quedó sin poder. En medio de la calle, a media ciudad, en medio de un planeta medianamente poblado, no pudo sostenerse en pie más. Su piel sentía la luz del sol y sus oídos los motores de los carros primero y luego el cuchicheo, lejano, de las multitudes a su alrededor.

El pacto con el demonio: fuerza infinita para ser un héroe y terminar con el mal ¿a cambio de qué? ¿Es la omnipotencia gratuita? no. Una vida de gloria, fuerza y heroísmo ¿con qué se paga?

Desaparecía. A su alrededor, como premoniciones del fin, personas con sombras aladas se reunían.

— ¿No es él…?
— Sí, es él.
— Alguien, haga algo.
— Se ve tan normal.
— Tiene la edad de mi hijo.

Sentía uno a uno sus átomos cambiar el ambiente a su alrededor, la atmósfera más y más densa, llena de nitrógeno, carbon, hidrógeno.

Suspiró atrayendo parte de sus dedos a sus pulmones, plegando su cuerpo en torno suyo. Primero polvo sus extremidades, hirviendo al sol, alzándose por el viento.

El dios evaporado ha nacido.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Día 10: Empieza la historia con "Ella toco la pequeña caja azul en su bolsillo y sonrio"

El Collar

Ella tocó la pequeña caja azul en su bolsillo y sonrió de manera grotesca. Los ángeles que la veían en el cielo, lejano y a salvo, la compadecieron: había perdido la fe, la esperanza. Ella sabía que la observaban, da igual, a la mierda con los ángeles, la habían abandonado en ese lugar horrible con sólo una caja.

La caja elegía quién iba a morir: azul para mujeres, rojo hombres, amarillo para niños. Desde que vivían en esa idílica casa de apenas dos pisos un estacionamiento y un pequeño jardín con jacarandas sus hijos ya habían muerto, al igual que su esposo.

Su hija mayor encontró la caja en su habitación en la segunda semana de abril, cuando el resto de la familia había ido de vacaciones y ella tenía que prepararse para sus exámenes de titulación universitaria. La caja era azul. La joven tardó una semana en quedar sin pelo y pesar menos que su hermano de 7 años. La vida la abandonó. Incluso cuando la encontraron parecía que sus huesos se hacían más delgados, siendo absorbidos desde el tuétano.

Al terminar el funeral, fue el padre a quien se le encomendó la tarea de limpiar la habitación de la niña. Era lo más sano. Metió todo en cajas, creía que así parecía que su querida hija sólo se mudaba a otro lugar, a un país lejano a cumplir sus sueños.

Termina de limpiar la habitación dejándola como antes de irse a vivir a esa casa. Intenta salir pero escucha la risa de su hija. Voltea sin advertir las lágrimas que salen de su rostro. Una caja roja, el último recuerdo de su hija parece, parece llamarlo con la voz de su nena. La toma y la mete en su bolsillo. Se pregunta por cómo hace una caja así de pequeña para caber en un bolso, como si guardara una joya.

Un amigo le promete deshacerse de las cosas de su hija. Sólo tiene que atravesar el bosque que divide a dos ciudades enemigas. En una curva termina todo. Deja de haber necesidad. El auto explota y quema las cajas. Nunca se encuentra el cadáver del esposo.

Madre e hijo deciden irse de la casa. Hoy te despedirás de tus amiguitos en la escuela, sí, sí, es difícil decir adiós, pero sobreviviremos, tú y yo. Tú y yo.

La caja estaba ahí. En su bolsillo. La había visto sólo en la mochila de su hijo, era amarilla y ahora azul. Sabía que su hijo estaba muerto. Aunque en realidad, al niño lo matan a golpes. Nunca había sido popular y los otros niños decían que su casa estaba embrujada. Lo odian. Lo repudian, prefieren verlo morir ahora que comenzar a verlo como un igual. Más son iguales.

Parecía llevar diamantes, entendía qué tipo de diamantes llevaba. Diamantes que amaba, que había traído a este mundo y había criado. Diamantes que cuentan historias de orgasmos imposibles en lugares irrisibles. Diamantes que le daban ropa de regalo. Sonrió por haberlos encontrado luego de haberlos perdido. Abrió la caja y dejó que pasara lo que debiera pasar.

Entre el cielo y el infierno, otra mujer despierta, un vampiro, despierta y junto a su cama, donde usualmente se encuentra su esposo ve un cajita blanca. Sonríe. Llama como loca a su querido. Éste llega con dos copas de vino. Feliz aniversario. Abre el collar: 4 diamantes.

— Son mis favoritos, de todos los colores, hasta parecen que tienen alma.

La mujer sonríe al sentir el tacto de la caja en sus inmortales dedos.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Día 9: cuento en 250 palabras sobre tu ciudad favorita

La postal

¿Recibiste la postal?

Es increíble ésta ciudad. Llevo 20 años viviendo aquí y siempre me trata como a un turista.

Son las personas: aquí viven 15 millones de rostros, todos diferentes.

Los rostros de quienes trabajan en oficios, que surgen entre las 5 y las 7 de la mañana.
Los de estudiantes, de 6 a 9 de la mañana.
Los oficinistas, de 7 a 10 de la mañana.
Luego vienen los ancianos, las mujeres que llevan criaturitas demasiado pequeñas para ir a la escuela y enfermos, saliendo de hospitales y tan parecidos a los demás.

Entonces vienen los lugares.
Calles abarrotadas de personas que van a ningún lugar.
Lugares de comidas con nombres exóticos.
Las casas tan abandonadas de día.
Los casas tan viejas que son museos.
Los lugares celebrando gente muerta.
Las oficinas que parecen cuevas.
Lugares que hablan de historia: antiguos canales, ritos prehispánicos, llantos, guerras, duelos de amor.

No hay día que no sea igual. Accidentes o una manifestación. Conciertos o un amor.

¡Ah, el amor!
Amor: te mande una carta a pesar de vivir en la misma ciudad ¿la recibiste? Era de despedida, de amor.

Amor: luego de 20 años, todos los rostros que veo son el tuyo. Desde el primer tren hasta el último. En las miradas felices y en lugares de nostalgia, ahí estás tú.

¿Debo pedir una disculpa por lo que hice? Porque en los enfermos, en las avenidas de sangre y manifestaciones, me veo a mi.

¿Puedes recordar la postal? decía “Te extraño”.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Día 8: Escribir una precuela de LogicMan

El Don


El niño no hacía más que travesuras. Para él, todo era una aventura: subir a los árboles del parque y desde ahí arrojar piedras a los demás, subir la falda de sus compañeras de salón, bajar el pantalón de sus compañeros en clase de deportes. Y todo era genial: lo consideraban el jefe indiscutible, el Don del barrio.

Pero al llegar a casa, lo primero que veía siempre era un espejo. Y a través de él veía a un niño en toda regla (rodillas raspadas, ropa sucia y pelo rebelde) llegar sólo a casa. Ni en la cocina, el baño, la sala o las habitaciones había más alma que la suya.

Sus padres no hacían más que trabajar. Lo querían, el niño nunca lo dudo aunque ellos nunca se lo dijeran. Al terminar el crepúsculo su mamá lo llevaba a la cama y le leía cuentos. Al alba su padre le leía el periódico. Ambos le daban de comer y esperaban a que terminara para llevarlo a la escuela, donde se turnaban para escuchar reclamos de sus maestros.

“A lo mejor son vaqueros y por eso se van toda el día, a robar bancos, y al terminar y volver conmigo, están cansados y llenos de polvo con las caras tostadas. Sí, son vaqueros”

A todos decía eso y, al ser El Don quien lo decía, lo creían.

“Sólo el hijo de unos ladrones sería así de malo”.

Un día, la escuela iría de excursión y en la mochila en forma de pokémon del niño iba un papelito, un permiso. El niño llegó a su casa, se vio al espejo y decidió esperar a sus padres ahí, sin moverse. Al llegar sus padres, el espejo los reflejo llegando juntos. El niño sonrió, volteo a ver a sus padres sorprendidos por encontrarlo ahí. El niño vió la preocupación de sus padres y vio sus propias lágrimas en sus ojos. Saca de la mochila el papelito y se los enseña.

Esa noche no hubo cuento ni en la mañana hubo periódico. Su desayuno eran apenas unos huevos. Alguien toca a la puerta, el niño abre: un taxista.

“¿Es usted el joven Juan?”

El taxista lo lleva a la escuela. Es amigo de sus papás, pero no parece cómodo con el niño.

“No importa” se dice “hoy hay excursión”.

El bosque era obediente con la primavera, hermoso. Los maestros piden a los niños que esperen un momento pues aún están limpiando la siguiente sección a visitar. Los niños son niños, se salen de control y Juan corretea a varios. Él es feliz y no nota el miedo que le tienen: es más alto, más fuerte, más rápido, más descuidado. Cruzan la cerca, chocan con unos conserjes.

“¿No qué tus papás eran vaqueros?”

El cazador, convertido en presa, no sabe asimilar las burlas. Sus padres nunca han sido padres, no saben qué hacer. El Don, el niño, corre. Corre por el bosque, se pierde en él hasta resbalar.

Arriba de él una familia de pájaros: la madre llega con alimento para sus pajaritos. Luego de darles de comer parece abrazarlos. Juan llora, grita, desea tanto un abrazo que se abraza las rodillas.

La montaña, el bosque, siente piedad por él. Lo abraza con helechos. Los animales se acercan a él. Pachamama aparece.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Día 7: inventa un super Heroe. LogicMan

Sobreviví a la primer semana (¡hurra por mi!) y hoy toca un tema que desde niño he querido abordar porque ñoño. Ojalá alguien pueda comentar cuál es la palabra que decidí omitir en el texto. Equisdee.

Logicman


El encabezado del periódico El Metropolitano decía “Los ataques en Medio Oriente han matado ya 300 mil civiles”. Pero eso no era en absoluto lo importante y Juan Ramírez no sólo lo sabía, lo veía como lo que era: una campaña mediática para de nuevo tragarnos que Estados Unidos y todos esos perros salvajes de Occidente eran los buenos, cuando su única finalidad era ser más y más ricos y que los demás fueran más y más pobres y más y más muertos (sic).

— Jefe, me he resfriado y debo ir con mi curandero a tratarme —Juan corría por la acera, quitándose la ropa y mostrando un cuerpo lleno de tatuajes llenos de leyendas sobre la pachamama escritas en árabe y tailandés.

— Muy bien Ramírez, acaba con esos corruptos —el jefe Gonzalez era de los pocos seres en el mundo que conocían la verdadera identidad de Juan, pero debía aparentar.

Al momento que lee usted estas palabras, Juan, héroe anónimo bien informado y tan común, no, no tan común, incluso más común que usted y yo, se convierte en Logicman, el héroe que se merece, cuya única vestimenta es una banda de metal bien apretada a la frente y los tatuajes que la pachamama le ha enviado en sueños alucinógenos para darle el poder de la omniconciencia.

— Logicman ¿ya has escuchado las nuevas? —Era la pachamama comunicándose por medio de un pajarito amarillo.

— Pacha, sí, lo he oído.

— ¡Oh! Logicman ¡lamento tanto que debas usar de nuevo ese aparato de perdición capitalista!

Logicman saca una laptop, forjada en las milenarias tierras taiwanesas con el alma de mil quinientos niños esclavos desnutridos y bendecida en las aguas ancestrales del océano pacífico durante las sagradas semanas del equinoccio de verano, para compensar.

Rápidamente se conecta al oscuro submundo demoníaco llamado Internet.

— ¡Mama! es peor de lo que pensé. Casi todo el mundo se muestra indignado por la muerte y la destrucción, pero mis poderes me dicen que no se dan cuenta de que el verdadero problema es el …

Por motivos de espacio, decencia y buenas costumbres orgánicas amigables con el ambiente, el editor de esta revista se ve en la necesidad de omitir la siguiente palabra. Aunque, a modo de guía, daremos una pista sobre esta: Carlos Marx.

— Es terrible. Si tan sólo el mundo tuviera la elevada consciencia de la esencia del ambiente y supieran que todo se resuelve amándose y practicando tantra y meditación, este tipo de problemas no sucedería.

— Así es pacha, la culpa la tienen los materialistas históricos y los posmodernos. Pero, gracias a los poderes que me has concedido puedo invocar a los lacayos de la armonia.

Locigman le lleva los dedos indice y medio a la cabeza mientras el resto del cuerpo emprende la posición del cuervo para amplificar sus ondas cerebrales.

— ¡Amigos conscientes y eruditos! es momento de unirse ante esta desgracia: debemos explicar al mundo lo que en verdad sucede.

A Logicman le basta un comentario en <inserte su red social favorita, aunque twitter funciona> para que las redes de la oscuridad se iluminen. Sus compañeros espirituales salén de sus cúbiles, antros, cuevas, paran el transporte público que conducen para hacerle eco y aplaudir en este mismo submundo.

«Les voy a hablar sobre lo ocurrido en Medio Oriente pero no desde la información que les ha dado los medios de comunicación que todo lo disfrazan. Como siempre, tengo la costumbre de investigar a fondo lo que se me presenta como la verdad de los hechos y esta vez, lamentablemente, no es la diferencia. Nos ocultan muchas cosas. Está bien. Agárrense. Pónganse el cinturón. Puede ser que lo que están por leer les parezca familiar o al contrario, no sepan nada al respecto».

Sólo dos horas después, su teléfono (de ruedita, porque la obsolescencia tecnológica es un peligro) suena al ritmo de tambores africanos liberados en trance.

— ¡Juan! soy Gonzales. Felicidades. Llevábamos todo el día preocupados por lo que sucede al otro lado del mundo, pero gracias a ti ahora sabemos que debemos odiar a Occidente. Ven rápido para celebrar, que tenemos reunión con los clientes gringos, esto se va a poner sabroso.

Y una vez más, Logicman salva al mundo de sentirse culpables.

martes, 17 de noviembre de 2015

Día 6: Empezar la historia con…

Echó un vistazo a su reloj con impaciencia.  “¿Cuánto tiempo se tardarán?”. A Sebastián le costaba trabajo ver su muñeca por el ángulo de la caída, que había dejado su espalda sobre el brazo derecho y sus piernas dobladas una sobre otra. De su cuello, ni hablar.

Era bien parecido, al menos en su opinión y la de sus hijos. Su esposa era de otra corriente filosófica y creía que más bien había dado el sí luego de muchas drogas, que ella había comprado ya que él tampoco era adinerado.

Manuel, su compañero del despacho pensaba igual que ella, de hecho eran tan parecidos que a Sebas (como le decía su hija menor, y la favorita) le causaba una inmensa satisfacción saber que sólo podían ser amantes, que él había llegado con ella primero y que por obra y gracia del señor de los cielo, habían terminado juntos.

Era tal el milagro que desde entonces creía en dios y los ángeles, a quienes en ese momento estaba esperando. “Hace 10 minutos que estoy muerto. No puedo creer que los ángeles sean aún más impuntuales que las ambulancias”.

Llegó la ambulancia. No era demasiado difícil adivinar que había muerto. A Sebastian le causó un gran alivió adivinar que estaba muerto, sabiendo que no tendría que someterse a todo tipo de cirugías y rehabilitación. “Ese dinero deberían usarlo en mis hijos. Aún son pequeños y no quiero que tengan que trabajar muy jóvenes, igual lo harán, pero no tan jóvenes”.

Sebastian subió a la ambulancia creyendo que así sería más fácil que los ángeles fueran por él. De inmediato se fijó en una de las enfermeras, que era bastante bonita y modosita para tener un trabajo así, en la cruz roja sobretodo. En vida, Sebas nunca había sido infiel y desde que nacieran sus hijos, no había pensado mucho en ello. Su padre lo había cuidado sólo desde niño y creía vivir sólo por sus hijos “pa’pagarle a mi pá”. Pero ahora de muerto, intentó tocarla como una mujer. No pudo. Tampoco sintió nada. Hizo un guiño, bajo los hombros y se puso a leer los ingredientes de los medicamentos a la vista.

“No sé si eso es un fantasma o un enfermo más”. Si los paramédicos lo hubieran escuchado, habían asentido, pero cómo podían ver a la criatura de forma humana, chaparra, ojerosa, de pelo enmarañado y llena de un vómito negro que estaba en la entrada de la ambulancia, Sebastián supuso que era un vivo. “O un Zombie y apenas me salve”.

Aquella cosa de rasgos femeninos farfullaba cosas “sabadabababada”, “tianatiantanatatiaia” y cosas por el estilo, lo que llevó a un rápido consenso entre vivos y muertos de aceptar que estaba loca. El intercambio rápido de miradas parecía decir La Democracia Funciona.

Y funcionaba, porque efectivamente ese ser estaba loco, al menos para Sebastian: era su esposa. Resultaba natural que estuviera ahí, el convertible era de ella, lo mismo que el cinturón de seguridad y la bolsa de aire, y como solía suceder en tiempos de la esclavitud: sus pertenencias prefirieron salvarla a ella en lugar de a él.

Sebastián no le presto mucha importancia y pasó junto a ella como si nada, e hizo mal porque ella le había prestado tanta importancia que incluso parecía estar loca. Ella veía a dos Perros Malnacidos Hijos de una Puta Mierda de Caño, como le decía cuando estaba de buenas y quería algo de él. Ver como su marido pasaba como si nada, tan falto de gracia y empatía por su estado hizo que una parte de su cerebro se comunicará con otra que a su vez entablaba relaciones diplomáticas con diversos músculos, resultando en un movimiento reflejo aprendido con el paso de los años:

— Tú no te vas a ninguna parte.

Sebastián, el fantasma, se detuvo en seco y volteó. No porque su cerebro hubiera recordado algo ni porque tuviera la costumbre de hacerlo cuando escuchaba esas palabras, pues en realidad solía irse a abrazar a sus hijos y continuar con sus deberes.  Volteo porque un ángel en la puerta, con alas, halo dorado, vestimenta dorada y todo, le hacía señas de voltear.

La loca, su esposa, se acercaba y rápidamente lo tomó por los hombros, lo sacudió y le dijo de qué iba a morir, ella, no él, quien ya estaba muerto.

— Por tus tontas bromas y tus espurios hijos. Y les haré la vida imposible aunque me cueste mi juventud y …

La gente del hospital veía muy escandalizada como una loca gritaba y golpeaba al aire. Pero era algo bastante común en estos tiempos, después de todo el dólar había entrado en decadencia, culpa de malos acuerdos económicos y muchos correos sobre primos príncipes muertos que heredan rupias a diestra y siniestra. Esta situación había dejado demente a la clase baja alta, de la que era bastante obvio esa mujer pertenencia.

El ángel se acercó a Sebastián y le susurro que sólo tenía que dejarla desahogarse y luego se lo llevaría al cielo, después de todo, era buen padre y sólo le había hecho daño a ella y a Manuel.

Aunque sólo duró unos minutos más, a Sebastián le pareció una eternidad ver como su esposa le relataba toda su miserable y malvivida vida. Luego de eso, cualquier juicio divino sería nada. Estaba listo para la muerte.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Día 5: Una historia al rededor de un objeto en mi escritorio

Da la casualidad, de que el día de hoy se callo de mi pared este dibujo.

El dibujo tiene alrededor de unos 2 años y medio. Lo recuerdo porque en esa época empezaba a leer a Daredevil.

En fin.

La historia del dibujo por sí sola me agrada: yo trabajaba cerca de un Hiper Lumen (una de esas papelerías todas fresas) y vi un paquete de plumones. Soy un frustrado del dibujo así que decidí comprarlos y trastear con ellos un rato.

¿Nunca han considerado que los gatos tienen 9 vidas porque en realidad son 9 entes diferentes?
Pues ahí va.

Había un gato, Menelao, que era consciente de sus tres anteriores vidas: la de un gato blanco, la de la luna y la de un humano. Menelao era un gato negro.

Cuándo fue la luna, veía las dunas del Sahara navegando por el océano Atlántico, llegando al Amazonas y convirtiéndose en árboles. Veía las tormentas nacer del desierto en Australia y terminar como tornados en América.

Una noche murió al estrellarse un asteroide en su superficie y convertido en humano se vio, es decir, vio a la luna. La vio navegar por los cielos del sur y los del norte. De este a oeste. La contempló desafiar al sol.  “¿Habré hecho eso yo? ¡Que grande fui alguna vez?”.

Pero la peste llegó y su tercer vida terminó. Un gato blanco nació en la corte y como mascota de reyes y princesas vio la obra humana: pinturas y música que lo hacían estremecer. Vió ingenios volar por los cielos desafiando la gravedad, comió de mano de magos que brillaban desafiando la oscuridad. “¿Cuando fui humano era capaz de esto? ¡que grandeza la de los humanos!”.

Pero convertido en un gato negro, decidió ya sólo observar a la luna girar en torno a la tierra, a los humanos girar entorno a las cosas, a los gatos en torno a los humanos. “¿A donde se ha ido todo? ya sólo hay restos de un cielo, restos de la humanidad y de mis antepasados felinos”.

Ya sólo quedaba un desierto sin fin, el tiempo de la tierra había terminado. Triste, pensó “Otros gatos han tenido 9 vidas, yo sólo 3, pero he sido la luna y he sido un humano ¿Qué otra cosa necesito si no es ver la grandeza de la creación?”.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Día 4: Un poema usando ciertas palabras

Las palabras a usar son: azul, la desconfianza, mitad, sonido.

Al cielo, mar

Mi cuerpo, un desierto:
No está tu risa.
Ni tus ojos.
Tu pelo
¿a dónde a ido?

Una concha desolada en el mar,
va mi lengua, reptando hacia el cielo.
Azul es mi lengua:
Desconfió de ella
su mitad es del cielo
su mitad es del mar.
Los colores que veo,
rojos, azules, verdes,
si tú, prisma del mar
la dispersas al ambiente.
Ya todo es blanco
y negro.
Y si estuvieras:
Y todos los días son domingo.
Y todos los hombres son príncipes.
Y todos los ruidos son música.
Y eres tú quien da tiempo al instante.
Y sin tiempo,
desconfianzas, confidencias
que nos quedan
y si hay esperanza
es vana, ciega.

¿De qué color es mi vida?
Si no es tu nombre.
no es.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Día 3: Historia ocurrida antes de los años 50s

Cristeros


En la oscuridad de su pequeña chosa, sólo se encontraba su aliento.


Sin esposa. Sin hijos. Su única familia era su sombra proyectada en la pared que parecía bailar al compás de su única y última vela. Ya ni siquiera tenía bestias o perros, los únicos animales en esa noche eran los  insectos y el recuerdo de su esposa. Y sólo la segunda respondía a sus penas.

Agitaba sus dedos, los contraía y le dolían. Deseaba una pistola, era más fácil apuntar a su propio rostro. Podía tomar el machete ¿y luego? podía cortarse la panza por la mitad. Con esfuerzo, pero podía. Tardaría en morir, igual que los animales. Y sabia que eso le causaría dolor. Dolor. De sólo pensar en el dolor se río.  Allí donde estaba no podía haber más dolor.

La noche avanzo hasta que la luna se colo en la habitación, jugando con las cortinas y dibujo en su mente la imagen de una niña que debió ser suya, pero que había sido de Pietro ❝Tonto, tonto, tonto. Si él es de ojos azules, alto y hacendado. Y uno que es moreno, con un bigote apenas salpicado ¿qué le puede ofrecer a las mujeres?❞. Cuando niño, su mamá le contaba historias de indios que se habían casado con las señoritas de los dueños.

Pero a él le tocó al revés. Su mujer se fue a ser una amante más del hacendado. Él, que tanto le gustaba presumir que había arreglado la fachada de la iglesia y que escondía a los cristeros en su casa,  a él parecía no importarle que en todos los pueblos supieran a qué se iban las mujeres para su hacienda.

Pero al pobre indio ¿qué le quedaba? echarse encima a los otros que lo consideraban santo a Pietro, que lo veían como un pobre diablo. Deseaba haber entrado en el ejército, para matar cristeros y no dejarse matar por uno.

¡Ay, la recordaba! ¡Su Petra se había ido! tan menudita, tan sonriente, ni lo pensó dos veces cuando su niña salió de ojos azules ¿qué era para él un par más de bocas qué comer? No la podía culpar por ser  madre, porque ahí en su casa, casa de indio, esas dos bocas eran un mundo de hambre. Pero su mundo, a donde él pertenecía.

Ni tiempo tuvo de ver a la niña. Nomas la vio Petra y se hecho a correr. Había sido la gente del pueblo los que le avisaron que la habían visto con la niña, casi cojeando del cansancio de labor, con  dirección al rancho de Pietro.

— Miré usté, si es la primer recién parida que veo correr. A lo común es que se queden en casa varios días, nomas despiertas para atender a sus criaturas. Yo pensé que iba con su nena a verlo a usté y pus me quede a recoger mis cosas y limpiar, ¿Cómo me iba yo a saber que usté andaba en otro lado? si apenitas me había traído pa’ca y lo común es que el padre se quede a ver. Ya verá que todo se remedia. Ya verá que diosito  lo alivia y hace recapacitar a esa mala mujer. A lo mejor usté no es el padre, pero sí el esposo, haga valerse.

Ya habían pasado días, y seguía sóloy dios no le mandaba cura, nomas una vela y sus manos para  trabajar. No había podido dormir por las noches; el silencio no lo dejaba, le traía recuerdos y su respiración nomás le recordabá lo poco macho que era.

Aaah uuuh aaah uuuh. ❝Pus pa’que pase tres años en su casa si se iba a ir de la mía❞. ❝Pus pa’que tale mis terrenitos pa’vender carbón y comprarle el vestido de la boda❞. aah uuh aah uuh. ❞Pus pa’que  traje a la partera esa si era del cabrón aquel❞. ah ah uuh ah ah uuh. ❝Aquí no hay dios, pero sí hay  pecados❞. Ah uh ah uh ah uh. La vela se apagó. Su papá le decía poco hombre. ❝Saca tu machete, vete por ella❞. ahuh ahuh ahuh. Su mamá le pedía nietos. ❝Quiero nietos, pa’trabajar las tierras de tu padre y las mía, antes de que mis pinches hermanos nos las arrebaten❞.

Pero estaba sólo él contra el cabrón de la hacienda. Ese hijo de la chingada tenía a su hija, y  a Petra y quien sabe cuantos otros.

Ahuhahuhahuh.

Ahhhhhhh

Tomó su machete y dejo de oír su respiración. Y se dio cuenta de algo que todos los que nacen hijos de puta se dan cuenta desde que tienen fuerza: es más fácil matar al cabrón de enfrente que matarse a uno mismo.

Se vio salir de su chosa, corriendo. Habría quienes creyeran que sólo estaba borracho, otros acertarían pensando que al fin se había vuelto hombre. Ninguno lo detendría, no. Un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer. No olvidaría esa madrugada, ni él ni quien se pusiera en su camino. La luna ya no tardaba en abandonarlo ¡qué importa! Sólo ya estaba y sabía muy bien a donde ir.

Toda la vida había caminado por milpas, y atravesar a ciegas una de agave no le parecía tan terrible como el peso de las noches anteriores. No había estrellas en el cielo, pero estrellas había en la casa,  ardiendo en cuartos sin luces como gimiendo que lo invitaban a entrar. Entra, entra, entra ya. Apaga las voces. Escuchaba ya su Petra gemir y gemir, como bebé que pide la teta a su Pietro. Trepo por una pared, y se alivió de saber que esa noche, el único fuego de la región sería su causa.

Sólo había mujeres en el cuarto del que abrió una ventana. Su machete asomo su brazo de muerte  primero y en el frió acero despertó a varias. Les pidió silencio. Les pidió a su hija y lo que sus ojos  comprendían como mentira su brazo lo volvía muerte. Apago los intentos de gritos hasta volverlos noche y dio un salto al vació al entrar a la casa.

En su interior gritaba que apareciera su esposa y su hija. Gritaba tanto que puso su mano libre en su cuello y luego la llevo a su oreja. Quería regresar a su casa, regresar con su madre y arrepentirse, pero sintió un latigazo llevarse su arma.

Nadie haría caso de un balazo en el rancho, en medio de la noche. ❝Justicia de Dios❞ dirían todos. Pietro era un santo católico, y como santo católico que era entrego el cuerpo de un Indio desangrándose a la iglesia. Aunque todos sabían su historia y porque había ido a matar a Pietro, fue condenado como federal y puesto en una cruz afuera del pueblo. Le pusieron una corona de espinas y le dejaron un ojo bueno, por piedad. Al menos así conoció a la niña, de nariz ancha, cabello negro y ojos verdes. Su piel, como de café con leche terminaba de delatar su paternidad. No dijo nada a esa mujer que había sido su esposa.

Se pregunto si alguien iría a su casa. Si su familia le pediría al cielo que le trajeran justicia. Si le encenderían una vela que calentará su tumba como ahora el sol a su piel, que en la muerte debe hacer tanto frió como el que ahora sentía. Se pregunto si pisaría otra vez la tierra, y si entonces, sería tan hombre como había sido la noche anterior.

No importaba ya. No estaría sólo nunca más, al menos su sangre le haría compañía.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Día 2: Fan Ficción de Spider Man

Sólo Una Araña en la Noche

No lo hubiera admitido enfrente de él, ni de nadie más, pero Peter Parker temía a Dare Devil. No a Matt Murdok, sino a Dare Devil. Cuando peleaban juntos, como en este mismo instante, Spider-Man no podía evitar sentirse más como Peter Parker, un joven aficionado a la ciencia y el periodismo de 21 años, que como superhéroe amigo del hombre común, del neoyorquino honrado.

Mientras ambos héroes bailan, golpeando a una banda de maleantes en traje y abrigo, Peter Parker sabe lo que hay en la cabeza de Dare Devil: la agonía de sus enemigos, su dolor, su miedo. Le llaman el hombre sin miedo, pero Peter sabe que esa valentía proviene de su capacidad para sentir el miedo que forjaba en el corazón de sus contrincantes. Y parecía no importarle: los seguía golpeando hasta dejarlos inconscientes. Ni Spiderman ni Peter Parker tenían esa habilidad, aún así siempre le había bastado con dejar envueltos en su telaraña a sus contrincantes. La mayor parte del tiempo golpearlos era innecesario.

Ya sólo hace falta un maleante. Spidey se apresura a ser él quien lo deje incapacitado, y así es, pero quién hace las preguntas es Dare Devil.

— Osbourne ¿donde está?
— En una reunión, en la Isla Libertad. Escuche que el juego había cambiado.
— ¿Qué juego?
— No sabes nada ¿verdad? Vives engañado, tan lleno de mentiras. Dime Demonio ¿qué se siente poder sentirlo todo y aún así estar perdido en la oscuridad?

No había más que hacer. Peter sintió la conocida mirada de ciego sobre él y comprendió. Ambos salen.

Mientras los héroes atraviesan la ciudad.

— Puedo ir sólo.

Spidey entendía: ahí no había donde columpiarse y pensándolo bien, mañana tenía un examen, con suerte hasta una cita. Eran cerca de las 3 de la mañana y este era el caso de su amigo.

— Te acompañare hasta el muelle, puede que ahí aún te sea útil.

Matt entendió que ese no era Spider Man, sino Peter Parker. Su pulso y respiración cambian, como si quitarse la máscara le devolviera el asma, la miopía y todos esos años de bulling. Un antimilagro. O quizá todo lo contrario: Peter era su amigo, por cercanía y salvación. Alguna vez le había dicho a Foggy que protegería a ese chico a toda costa, pero la razón de que le agradará tanto salir a combatir el mal era que el chico lo salvaba a él, porque él sentía la mirada que Spidey usaba al verlo golpear gente.

El muelle estaba extrañamente desierto. Ni el sentido arácnido ni el de radar localizaron almas vivas o muertas.

— Me marcho.
— Muy bien, pero mañana pasa por la noche a contarme como unos terroristas te mataron porque te abandone —ese era Spider Man. Matt Murdok sonrió.
— Lo haré, tendrás que llamar al doc* para exorcizarme, no sería la primera vez.
— Vendrás en forma de Pegajoso** y te volveré mi mascota. ¡Hey! quizá hasta tendré mi propia agencia paranormal. El doc me envidiara. Limpiar la mansión de los Avengers será mi primer trabajo.
— Ahí sí que encontrarás cosas pegajosas y aún eres un bebé para saber de eso.
Se despidieron. Un héroe regresa a casa y un hombre se va pelear con terroristas.

Dos cuadras después el sentido arácnido comenzó a palpitar y poco a poco, a causarle malestar. “Dios, no debimos separarnos, él ya sabría de donde proviene el peligro”. Dos cuadras después prefirió bajar a lo civil. Pero…

— Osbourne.
— ¡Oh Peter! Que gusto verte. Debo admitir que me tomas por sorpresa, creí que vendría algún héroe de más categoría y a mi nivel. Iron Man o quizá el Capitán. Aunque me conformaría con los 4 Fantásticos.
Spider-man salta a una pared y lanza su red pegando los pies de Osbourne al piso.
— Oye, oye, vengo en paz. Lo juro: por mi fortuna.
— ¿Qué hacían tus hombres espiando la embajada?—no hubo tiempo para preguntarse por Matt.
— Lo mismo que tú todas las noches: tratar de conquistar el mundo —sólo el duende Verde lo sacaba de quicio. Lo había matado tantas veces como éste había matado a los seres queridos de Peter— Oye, oye, no me irás a atacar ¿verdad? no, no, no. Los héroes no son así Peter ¿no te lo dijo la tía May o el tío Ben?
— Responde.
— Ya te lo dije: sólo vigilaban, lo mismo que mis satélites vigilan medio oriente y mis embajadores Europa. Sabes tan bien como yo que mis operaciones no abarcan sólo Nueva York.
“Justo ahora desearía que Matt estuviera aquí, dios, mañana tengo un examen”.
— Veo que no te convenzo. Después de todo eres tú y nos tenemos tanta confianza que te hablaré de lo que sucedió en la junta —¡Trampa! eso tenía que ser una trampa, pero ¿por qué su sentido arácnido no decía nada?—. Siente agradecido: sólo 10 personas más en el mundo lo saben, Tony Stark entre ellos.
Esto sorprendió a Spider Man “¿Tony? Si el estaba en la junta… no, no podía ser”.
— Mientes.
— Sabes que no es así. Tiempos oscuros nos acechan Peter. Ni tú ni tus amigos de Hells Kitchen pueden con lo que viene, no es su trabajo.

»» Sin embargo, mi trabajo de multimillonario se sustenta en un hecho que pasa desapercibido para la mayoría: necesito que la gente no se mate todos los días. Aunque no lo creas, la guerra es mal negocio para mi, la gente honrada, aunque muy buen negocio para los contrabandistas. Un muerto no puede comprarme armas y un vivo sí que se las roba a los muertos, si entiendes a lo que me refiero.

»» Así que ahí nos tienes: a Tony y a mí discutiendo sobre qué hacer. Él necesita que mis armas lastimen gente para que sus máquinas las curen y yo que sus máquinas mantengan vivos a mis clientes…

En medio de la madrugada, los disparos de la MK no sé qué número eran inconfundibles. Spidey volteó y vio a Iron Man y Dare Devil pelear como a 200Km por hora. Al volver la vista, Osbourne ya no se encontraba.

Por primera vez desde que se vistió de Spider-Man, Peter Parker se sintió una pequeña araña perdida en la noche.



* Doctor Strange.
** Spidey se refiere a Pegajoso de los cazafantasmas.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Día 1: Re-Escribir El Pájaro de Fuego

Mi cuento favorito y el primerodel que tengo memoria haber leído.

El príncipe Iván, el pájaro de fuego y el lobo gris


Una vez, en tiempos remotos, vivía en su retiro una zarina apodada Misha con sus tres hijos los príncipes Demetrio, Basilio e Iván Zarevich. Poseía un espléndido jardín en el que había un manzano que daba frutos de oro. La Zarina lo quería tanto como a sus hijos y lo cuidaba con gran esmero.

Un día, afligida notó que hacían falta varios de sus dorados frutos. Sus hijos al ver su melancolía decidieron dar caza a quién se hubiera robado las manzanas.

La primer noche fue el turno de Demetrio. Salió al patio y se escondió tras los arbustos de una pared para vigilar. Poco a poco la fría noche dio cobijo al príncipe quien sin notarlo, se durmió.

La segunda noche fue turno de Basilio. Al escuchar la historia de su hermano, en lugar de esconderse cómodamente en los arbustos, se disfrazó de espantapájaros, creyendo que la posición le impediría dormir. La noche, igual que la anterior, inició helada, pero poco a poco hizo tanto calor que Basilio término sofocado, desmayándose por el cansancio.

La tercer noche fue turno de Iván, el menor. Sus hermanos entre risas y advertencias le habían dicho que dejará la empresa, que era imposible y que era cosa de magos. Pero Iván no desistió y desde la tarde salió al patio con el arco que fuera de su difunto padre. pidió carcaj y flechas a los guardias del palacio. Al anochecer sacó de entre sus ropas una litografía de su familia donde aparecía su padre feliz y comenzó a llorar. No notó el frío de la noche pero al sentir misterioso calor de la noche, recordó cómo era la cálida espalda de su padre al cargarlo en hombros y sonrió ante el alegre recuerdo. Volteó al cielo con la esperanza de ver a su padre, pero éste le envió al pájaro de fuego.

Lo vio bajar del cielo y comenzar a picotear sin ningún problema las manzanas. Iván tomó una flecha de su carcaj y la lanzó con precisión, pero el inmenso calor producido por las alas del ave desviaron la flecha y ésta sólo golpeó la cola de fuego. El pájaro salió volando al sentir el golpe.

Iván despertó a todo el palacio y explicó a su madre y hermanos lo sucedido. Aún cuando no le creían, Iván corrió hacia las faldas del árbol en busca de las plumas arrancadas por el disparo. Estas habían quemado el pasto ahí donde lo habían tocado y produjeron severas quemaduras en los dedos del joven príncipe. Ya no había duda: el pájaro de fuego era real.


Sin pensarlo un segundo, los príncipes pidieron sus caballos y prometieron a su madre regresar con el pájaro de fuego. Antes de salir, Misha les dijo que quien entregará el pájaro, se convertiría en el único heredero.

Los tres hermanos salieron. Demetrio y Basilio se fueron adelantando pues las quemaduras de su hermano menor le impedían ir al paso de éstos. Cruzaron valles y montañas hasta por fin perderse.

Los días pasaron hasta que Iván se encontró en una encrucijada que poseía un poste:

«Aquel que tome el camino de enfrente no llevará a cabo su empresa, porque perderá el tiempo en diversiones; el que tome el de la derecha conservará la vida, si bien perderá su caballo, y el que siga el de la izquierda, morirá.»

El príncipe Iván pensó por un momento y miró a su caballo, quien con ojos tristes, casi llorando le acercó la crin, como abrazandolo. Se alejó dos pasos y movió su cuello, diciendo sí. Ambos descansaron a un lado del camino y un par de horas después, tomaron el camino de la derecha.

El camino poseía una niebla gris que recordaba a Iván a cada momento lo que decía el letrero. Tanto el príncipe como el caballo no tardaron en darse cuenta que de la niebla se escurría una sombra gris, alimentándose de su ansiedad, observando cada movimiento y sobre todo, esperando. Día tras día el caballo parecía más desesperado, sus ojos temblaban visiblemente y su paso era inseguro. Iván decidió bajarse de él, abrazarlo y llevarlo por las riendas a pie para calmarlo, como diciendo “todo está bien”. Pasaron un par de horas así hasta que al fin sintió el caballo se había tranquilizado, dispuesto a llevar a su amo a lomos. Cuando se preparaba para subirse una sombra se materializó a sus espaldas.

Entonces supo lo que el caballo ya sabía: su muerte estaba pactada y en un mutuo entendimiento, caballo y demonio habían decidido realizar sus actos cuando él estuviera abajo: así no podría morir ni salir lastimado en el ataque.

La niebla desapareció, absorbiendo al caballo del príncipe. En su lugar, un enorme lobo, con la boca llena de humo veía atento a Iván. La mirada ya la conocía, la había sentido desde hacía tantos días, tan cercana, que pareciera siempre haber estado ahí.

—Siento, Iván Zarevich, haberte privado de tu caballo; por lo tanto, móntate sobre mí y dime dónde quieres que te lleve.

—¿Quién eres?

—Soy un lobo, como puedes ver. Le prometí a tu caballo llevarte a donde él ya no podría.

Iván se subió a lomos del caballo y apenas nombró el pájaro de fuego, éste corrió hacia el norte tan rápido que las noches parecían más cortas y las montañas apenas unas colinas. El lobo se detuvo frente a un palacio plateado, en la cima de una duna de arena. Iván bajó del lobo y notó que sus quemaduras habían casi desaparecido.

— Sube por las murallas, justo debajo de aquella torre. Cruzarás un jardín. Al otro lado estará el pájaro de fuego en una jaula de oro. Coge el pájaro, pero guárdate bien de tocar la jaula.

Iván Zarevich franqueó el muro y se encontró en medio del jardín. De día, las llamas del pájaro no eran más que plumas rojas. Lo tomó y se disponía a salir, cuando pensó que no le sería fácil el llevarlo sin jaula. Decidió tomarla y apenas la hubo tocado cuando sonaron mil campanillas que pendían como fantasmas por todo el palacio. Se despertaron los guardianes y cogieron a Iván Zarevich, llevándolo ante el zar Dolmat, el cual le dijo enfadado:

— ¿Quién eres? ¿De qué país provienes? ¿Cómo te llamas?

Le contó Iván toda su historia, y el zar le dijo:

— ¿Te parece digna del hijo de un zar la acción que acabas de realizar? Conozco a tu madre y fui compañero de tu padre ¿así es como te han educado? Si hubieses venido a mí directamente y me hubieses pedido el Pájaro de Fuego, yo te lo habría dado de buen grado. Mi reino era antes un bosque de hielo donde podías pescar, vivir del ganado y el trabajo en el campo hacía felices a los mujiks, pero desde que llegó el pájaro de fuego las noches son tan calurosas que mi reino se ha convertido en un desierto. Te lo daré de buena gana si me traes el Caballo de las Crines de Oro, que pertenece al zar Afrón. Sólo así entregaré al Pájaro de Fuego.

Volvió Iván Zarevich junto al Lobo Gris que, al verle, le dijo:

— ¡Ay, Iván! ¿Por qué desobedeciste?

— He prometido al zar Dolmat que le traeré el Caballo de las Crines de Oro, y tengo que cumplirlo,
porque si no, no me dará el Pájaro de Fuego.

— Bien; pues móntate otra vez sobre mí y vamos allá.

Partieron aún más rápido de cómo habían llegado. Iván se preguntaba porqué el lobo le había dicho que entrase a escondidas al palacio, si el Zar se había mostrado tan carismático. “Quizá el lobo es sólo un animal salvaje”.

— La gente esconde sus intenciones, príncipe Iván. Mirá, ya vamos llegando.
Basilio era el más educado de sus tres príncipes Zaravich. Siempre había sido diplomático. Pero cuando Iván vió su cuerpo colgado del establo, entendió que era también muy ingenuo.

— Lobo ¿este reino hacia qué dirección está de mi hogar?

— Hacia el oeste, joven príncipe.
Iván asintió. “Entonces Demetrio fue hacia el norte”.

— Entra en esta cuadra; los mozos duermen profundamente; saca de ella al Caballo de las Crines de Oro; pero no vayas a coger la rienda, que también es de oro, porque si lo haces tendrás un gran disgusto.
Iván Zarevich limpió sus lágrimas y entró con gran sigilo al establo. Desató el caballo y miró la rienda. Era hermosa pero la imagen de su hermano era más fuerte que toda la belleza. Desistió de tomarla y cuando ya iba saliendo del establo se encontró al zar Afrón, que al verlo gritó:

— ¡Dime de qué país vienes y cuál es tu origen!
Iván Zarevich contó de nuevo su historia, a la que el zar hubo de replicar:

— Aquel era tu hermano entonces. Él vino ofreciendo mentiras y se ha ganado el castigo que se da en mi reino por eso. Es la justicia del zar, no lo olvides. Admiro tu valentía pero ¿Y te parece bien robar caballos siendo hijo de un zar? Ahora tendrás que ir lejos, muy lejos, a mil leguas de aquí, a buscar a la infanta Moreineba. Si consigues traermela, te daré el caballo y también la rienda. Eres valiente, pero no tonto. Así que anda.

— He prometido al zar Afrón —contestó Iván— que le traeré a Moreineba. Es preciso que cumpla mi promesa, porque si no, no conseguiré tener el caballo.

— Bien. No te desanimes, que también te ayudaré en esta nueva empresa. Móntate otra vez sobre mí y te llevaré allá.

Ésta vez se dirigieron hacia el este, hasta llegar a un jardín que era rociado por una cascada de hielo.

— Esta vez voy a ser yo quien haga todo —dijo el lobo—. Espéranos a la infanta y a mí en el prado al pie del roble verde.

Iván lo obedeció y el Lobo saltó por encima de la verja, escondiéndose entre unos zarzales. El lobo se acercó a la cascada y se convirtió en niebla de mar. Tan salada que el hielo comenzó a fundirse y la cascada arrojó más agua que nunca. Puesto que era de tarde, los arcoíris no tardaron en aparecer mostrando un espectáculo hermoso. Moreineba salió con sus damas a ver el espectáculo cuando la niebla se hacía más y más densa. El lobo la tomo como había tomado al caballo. Llegó a donde se encontraba Iván y aún con humo saliendo de su boca dijo:

—Móntate, Iván; coge en brazos a Elena la Bella y vámonos en busca del zar Afrón.
Iván, al ver a Moreineba, se enamoró de tal modo de sus encantos que se le desgarraba el corazón al pensar que tenía que dejársela al zar Afrón, y sin poderse contener rompió en amargo llanto.

—¿Por qué lloras?

— ¿Cómo no he de llorar si me he enamorado con toda mi alma de Moreineba y ahora es preciso que se la entregue al zar Afrón?

— Pues escúchame. Yo me transformaré en ella y me llevarás ante el zar. Cuando recibas el Caballo de las Crines de Oro, márchate inmediatamente con ella, y cuando pienses en mí, volveré a reunirme contigo.

El Lobo se volvió niebla, humo y finalmente adquirió la forma de Moreineba, durmiendo apaciblemente. Iván lo llevó ante el Zar y al igual que Iván quedo enamorado de Moreineba y le dió al caballo de las crines de oro. Iván lo tomó, regreso por Moreineba y se dirigió hacia el reino del zar Dolmat para que le entregase el Pájaro de Fuego.

El caballo de las crines de oro era rápido, pero no como su amigo el Lobo, a quién Iván recordaba con amargura sin nunca decir nada. Pasaron tres días hasta que Moreineba despertó. Iván contó su historia y echó a llorar por su amigo el lobo. Cuando sintió de pronto que una niebla lo cubría todo y apareció el Lobo.

— Aquí me tienes. Siéntate, Iván, si quieres, en mi lomo.

Se pusieron en marcha: Iván sobre el lobo y Moreineba sobre el caballo de crines de oro. Al pasar de una semana llegaron al reino de Dolmat; cerca ya del palacio, el zarevich dijo al Lobo:

— Amigo mío, óyeme y hazme, si puedes, el último favor; yo quisiera que el zar Dolmat me entregase el Pájaro de Fuego sin tener necesidad de desprenderme del Caballo de las Crines de Oro, pues he decido que Moreneiba sea mi esposa y el caballo, su regalo.

Se transformó el Lobo en caballo y dijo al zarevich:

— Llévame ante el zar Dolmat y recibirás el Pájaro de Fuego.
Era ya de tarde cuando el zar Dolmat los recibió. Éste se puso muy feliz pero advirtió a Iván.

— Por las noches es imposible controlar al pájaro de fuego, como ya puedes sentir su alas en el ambiente. Quédate y te daré un festín.

La fiesta duró toda la noche

Al alba, cuando Iván se encontraba ya lejos con Moreneiba y el caballo, Dolmat, que estaba impaciente por estrenar su caballo nuevo, mandó que lo ensillaran, y montándose en él salió a dar un paseo soñando en el nuevo bosque que crecería en sus tierras; pero en cuanto estuvieron en plena duma empezó el caballo escupir humo. El zar sintió frió como no había sentido en mucho tiempo e intentó volver al castillo cuando la niebla ya lo rodeaba todo. Notó hasta entonces que ya no iba sobre un caballo sino sobre un lobo que le mostraba los dientes y de un brinco comenzó a huir.

Iván tampoco se dió cuenta cuando el lobo apareció detrás suyo. Pero su presencia lo tranquilizó. Caminaron en silencio varios días pues, al igual que el caballo, sabían que el lugar de la despedida había llegado.

— Ahora, adiós, Iván Zarevich; te serví fielmente, pero ya debo dejarte.

Y diciendo esto desapareció.


Los viajeros decidieron descansar al llegar a la encrucijada. Colocaron al pájaro de fuego en la copa del árbol y al anochecer, éste los cobijó con su calor. Pero, al llegar la medianoche apareció su hermano Demetrio, que llegaba del camino central.

Demetrio había pasado todo este tiempo en medio de fiestas y juegos, tomando licores de todos sabores y procedencias, conociendo tantas mujeres y entablando amistad con los hombres más ruines y simpáticos del mundo, olvidando por completo la promesa que había hecho a su madre la zarina. Pero un día los rumores de una hermosa mujer cabalgando sobre un caballo de oro lo habían incitado a tener una nueva aventura. Desde lejos reconoció al pájaro de fuego y recordó su promesa rota, debajo de este reconoció al caballo de crines de oro y entonces supuso que aquella mujer que dormía acurrucada en un hombre tan jovén como ella no podía ser otra que Moreneiba.

Cuando el ave lo reconoció comenzó a graznar y su fuego se hizo más intenso, provocando la combustión al árbol y despertando a la pareja y el caballo. Fue entonces cuando Demetrio vio a Iván y en segundo planeó y culminó sus planes.

Moreneiba grito al ver la espada atravesar el cuello de Iván.

— Moreneiba: haré contigo lo que hice con él si dices una sóla palabra. De hoy en adelante contarás como fuí hasta tu reino, ciego de amor por ti y luego engañe a los zares para conseguir el pájaro de fuego y el caballo de las crines de oro.

Ella aceptó temiendo su propia muerte, horrorizada de ver a Iván muerto. A la mañana siguiente, cuando las llamas del pájaro de fuego fueron consumidas en su totalidad, Demetrio se los llevó a todos a su hogar.

Los días pasaron y cuando los animales comenzaron a hacer sus nidos en el cuerpo de Iván, una familia de cuervos llegó para alimentarse. Cuando la madre cuervo intento picotear el ojo de Iván, escuchó el llamado de sus pequeños cuervos.

— ¡Oh, lobo gris! ¡no te comas a mis pequeños! —el lobo tumbó a los pequeños y se acostó sobre ellos, dejando sus cabezas por fuera para que su madre las viera.

— Los despedazare si no me traes enseguida el agua de la vida y la muerte.
La madre cuervo salió volando. Tres días pasó el lobo, alimentando a los pequeños con carne de caballo que aún guardaba y protegiendo el cuerpo de Iván con su niebla. Al regresar la madre con un frasquito de agua torció el cuello de un cuervecito, dejándolo muerto. Abrió el frasco luego de apartar a la madre llorando que lo intentaba picotear y lo roció con el agua. El pequeño despertó.

— No se vayan aún —dijo el lobo quien roció a Iván con el agua.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

— Mucho, príncipe Zarevich. Tu hermano te ha robado el fruto de nuestras aventura y en nombre de éstas he venido a ayudarte nuevamente, con una condición. Deberás descatar nuestra historia y tesoros y de hoy en adelante cuidarás de esta familia de cuervos. Vamos.

El grupo llegó al palacio de la Zarina Misha el día que se celebraba la unión de Moreneiba con Demetrio. Todo el palacio se llenó de niebla y los graznidos de los cuervos se unieron a los del pájaro de fuego quien rompió su luto por el príncipe haciendo ondear en llamaradas sus alas. Iván entró acompañado del lobo gris y Moreneiba salió corriendo hacía él, sabiendo que nada le pasaría. Antes de que Demetrio desenvainara su espada, el lobo gris mordió su mano.

Iván contó todo a su madre y ésta ordenó el destierro de Demetrio. Moreneiba se casó con Iván, quien a su vez dedicó su vida a cuidar a la familia de cuervos.