miércoles, 2 de enero de 2013

The Lord Of The Hobbits


La semana pasada vi El Hobbit. No es una gran película ni tampoco una porquería. Claro, que no es una gran obra del señor Peter Jackson pero seguro que sí es una gran adaptación (como lo es la Trilogía del Señor de los Anillos, que en lo personal, las prefiero en celuloide que en tinta). Digamos que está en nivel “dominguera”, qué es mejor que Palomera.

Lo cierto, es que al verla… al ver al señor Frodo Bolsón y su viejo tío recordé porque no me puedo permitir ver esas películas acompañado de alguien más.

La verdad, y esta es la razón por la que tanto cariño tengo a las películas del Señor de los Anillos, es que toda la primer trilogía la vi acompañado de mi primo Marcos. En verdad que éramos fans. Recuerdo que poco antes de que se estrenara El Retorno del Rey, ambos vimos un programa de televisión donde mencionaban que Las Dos Torres tenían 158 errores cinematográficos en su edición final. En algunas era la cantidad de orcos que aparecían y desaparecían en cuestión de cuadros o la posición del brazo de algún personaje que cambiaba mágicamente de un cuadro a otro.

Y como buenos pre-adolecentes que éramos en aquellos años, tomamos sus películas piratas en calidad “grabamos esta película con una 8mm en un cine de mala muerte, sin tripie y ambientación de niños llorando porque muere Gandalf”. Al final, luego de varias horas de análisis profundo, localizamos (lo recuerdo bien) 145 errores. Era toda una hazaña y lo sigue siendo para mí.

Fueron buenos años que no volverán, pues desde hace poco más de 4 años la residencia permanente de mi primo esta algunos metros bajo tierra. Era como mi hermano mayor, de esas personas que te alegran mucho la vida y… bueno, era como un hobbit. No le importaban mucho las grandes riquezas siempre y cuando tuviera paz en su vida. Luego de que ese “incidente” sucedió, vaya, pues muchas cosas cambiaron.

Comencé a fabricar y vender El Nahual Errante para de alguna forma honrar su memoria. Hice y deshice historias en improvisación por el mismo motivo y concentre mi fuerza para llenar el vacío que había dejado en mi vida, llenarlo de historias, ajenas y propias, de voces, de tonos y colores, muchos de los cuales sabía, solo iba a ver en mi imaginación (cara de bob esponja y arcoíris).

No fue hasta este año, una semana antes del que debiera ser su cumpleaños veintitantos, que visite su tumba. Uno desearía que estas cosas fueran más sencillas como en las películas o los libros. No es así. Es un proceso lento. Para mí, fueron varios años de acumular cierta tristeza que contuve el día de su entierro por, ya saben, tratar de verme fuerte.

En fin, la semana pasada vi El Hobbit. Les recomiendo verla, porque será trilogía y seguro hasta un crossover con King Kong en el cielo personalizado del Dragón muerto en la parrilla de alienígenas come hamburguesas hay.

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