sábado, 5 de enero de 2013

Society, you're a crazy breed

"Después de los primeros estupores y descubrimientos, la relación con Rocío se había normalizado. La verdad es que Javier no servía para estar sin mujer. Siempre había sentido, alternativamente, la necesidad de la soledad y la necesidad de la mujer, dos requerimientos que casi siempre se habían cruzado en su vida, provocándole más de un desconcierto. Ahora, sin embargo, la situación era inmejorable. De Lunes a Jueves disfrutaba de su soledad, y el viernes, cuando empezaba a añorar a la mujer, no cualquier mujer sino a Rocío, se encontraba con ella, en tanto que el lunes, cuando comenzaba a echar de menos su soledad, regresaba a su casa, para compartir su retiro con Bribón. Un vaivén perfecto"
 Mario Benedetti, Andamio 25



Quiero lector:


Por esta ocasión me dejare de tuteos y trataré de romper  “la cuarta pared”.


¿Alguna vez te has sentido en esta contrariedad? ¿Has tenido que decidir entre tu compañía perfecta o la meditación?


Si respondiste sí, perfecto, quiero seguir conversando contigo. Si la respuesta fue no, pues sigue leyendo que quiero conocerte mejor.


¿La soledad es tan grave?


Quiero decir. Las personas que deseamos estar solas y alejadas del mundo ¿tenemos problemas?


Toda la vida a este humilde narrador, le han contado sobre lo sociable que es la humanidad. Sobre la importancia de la sociedad en el psique de una persona. Y bueno, lo es. Realmente lo es.


Pero, el yo, ese yo con quien hablo cuando estoy a solas. Ese yo, con quien, al igual que usted mi apreciado, asumo supuestas conversaciones para conocerlo mejor. A quien le hago los mejores halagos y los peores insultos. En este mundo tan conectado ¿Dónde puedo conversar con él?


Bueno, se los juro. Un blog es excelente para eso.


Pero vamos, ¿o es que estoy hablando solo? Díganme ¿cómo tienen charlas en la silenciosa soledad?


Mis zonas favoritas para tener estas pláticas, llenas de majaderías y demás, son los bosques y las salas de espera de las terminales de transporte, es decir el metro, aeropuertos, etc.  Me parecen los lugares más solitarios que existen. Más los segundos.


Aunque, a la naturaleza, querido lector, le gusta recordarte lo bueno que es estar acompañado. Vas por ahí viendo a los árboles, los animales y demás seres vivos, cooperar en sus redes metabólicas para ayudarse a crecer, fornicar y esas cosas que los hace seres vivos.


Las terminales son lo contrario. Entre tanta gente yendo y viniendo, entre tanto aparente caos, ahí reside la soledad. Al menos la mía. Sentirse dentro de algo pero ajeno a ese algo. Saber que ninguna de esas personas podría definir mi historia y ni yo las de ellos, y por tanto, soy el único que puede describir o definir mi historia. Sin nadie alrededor que este ahí para decir si vas en la dirección correcta. Solo tú.


¿Tú qué crees? ¿Debería querer estar los 7 días con Rocío? O sentarme a jugar con el viejo Bribón y ver a la marea ir y venir, cómo diciéndome: No los necesitas más.

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