domingo, 10 de febrero de 2013

Hoy a muerto un hombre

Este post fue escrito el sábado 10 de Febrero de 2013

Hoy me enteré del asesinato de un amigo mío.

Él tenía unos 60 años. No éramos muy frecuentes, pero me caía bien. Fue ayer viernes 8 de febrero a eso de las 16hrs, cuando un hombre que se encontraba en su taxi le pidió que bajará ¿se trataría de un secuestro? ¿un ajuste de cuentas?

Fue raro, el taxista (mi amigo) bajo y recibió varios disparos a quema ropa. Dio un par de pasos y cayó muerto.

Su taxi, con algunos vidrios rotos, y todo el dinero de una jornada de trabajo que empieza a las 6 de la mañana, se quedaron en su lugar, a mita de la calle. Será que el asesino tuvo miedo y salió corriendo.

Los periódicos de hoy dicen otra cosa. No era un asesino sino dos. Tampoco se trataba de su pasajero, sino de un intento de abordaje en qué mi amigo, como un acto de valentía intento arrollarlos sin conseguirlo. Le dispararon, salió del vehículo y murió veinte metros más adelante.

En otras noticias parecidas, esta semana ocurrió otro asesinato en condiciones bien diferentes: un médico mato a dos jóvenes (de mi edad) para impedir que lo extorsionaran. El doctor fue encarcelado y varias decenas de personas protestaron cerrando una avenida muy principal. El pensamiento entre la gente es contundente: quieren su liberación, hizo lo correcto.

En este momento me pregunto si la defensa propia es un buen argumento para justificar el asesinato. No lo creo, pero intento justificar la decisión del doctor en su deseo de querer tener una vida tranquila, de protegerse a él, a compañeros y pacientes. Sin embargo, aún no logro concebir la muerte como algo valido.

Concebirlo sería el equivalente a justificar el exterminio Kurdo o Kosovar, la guerra en Irak, las desapariciones de periodistas, el asesinato de la familia Romanov en la revolución Rusa. Creer en el asesinato como una forma de justicia, como un recurso válido, como algo aceptable, me haría perderme en una contradicción.

Y término preguntándome qué habría hecho yo en caso de ser el doctor o en el remoto caso de tener a mí merced al hombre que mató a mi amigo taxista ¿Qué haría si tuviera un arma cargada en mis manos? ¿Dispararía para convertirme en el George W. Bush del pueblo, en un Felipe Calderon con iniciativa propia? ¿O solo dispararía a sus rodillas para que no volvieran a correr como cobardes, disparar a sus manos para que no volvieran a empuñar un arma y cortarles la lengua para que no volvieran a amenazar a nadie nunca más?

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