jueves, 7 de marzo de 2013

Neural Oblivion

El otro día me imagine una historia sobre una droga que borraba las asociaciones neuronales.

Al principio, el Oblivion-50 no tenía aplicaciones fuera de los campos de concentración, donde en dosis pequeñas resultaba un castigo y una amenaza latente para cualquier individuo que conociera sus permanentes efectos.

Así pues, me imagine a un hombre en posición fetal. Su nombre se había ido y el lenguaje comenzaba a irse también. Era una escena que comenzaba a volverse sepia.

Al ver el catre donde esta recostado, comienza a derretirse como si una goma con la dureza de un crayón lo estuviera eliminando de la faz. Los Dos y los Res que salen de una radio se trasforman en meros zumbidos, piensa en cerrar los ojos y taparse los oídos pero las palabras ojo y oído ahora carecen de sentido, sin embargo el instinto que adquirió tras el accidente automovilístico donde murió su madre cuando era apenas un niño aún es tan fuerte como para obligarlo a cerrar los ojos y tapar sus oídos justo antes de olvidar la existencia de toda madre, de toda infancia y de todo carro.

Grita con toda su fuerza pero olvida como tensar el diafragma. Cierra la boca solo para dar un último sorbo de saliva antes de percatarse que no sabía si era bueno o era malo que la saliva estuviera ahí.

La temperatura aumenta intencionalmente hasta los treinta y ocho punto cinco grados centígrados. Patalea cada vez con menos precisión. Sonríe. Llora. Sonríe. Llora. Tiene hambre. Llora. Sonreír carece de sentido y propósito. Llora. Llora. Tiene mucha hambre y su entre pierna apesta a excremento.

Se recuesta en posición fetal. Al poco rato, un hombre entra a la celda y coloca una cobija mojada sobre él.

Durante dos días un conserje le limpia los residuos orgánicos. La habitación es enfriada a dieciocho grados centígrados. Dos hombres entran a esa burla de útero y lo cargan hasta la pared donde es sujetado firmemente y una maquina lo alimenta. Justo debajo hay una coladera que drena el agua usada para bañarlo. Al frente hay una pantalla encendida a perpetuidad con personas conversando sobre comida, trabajo y todas esas cosas que próximamente tendrán un significado muy parecido al que en un pasado tuvieron, con pequeñas e institucionales diferencias.

Ya no tendrá esposa ni madre. Pero sí hijos y hermanos. Carecerá de moral religiosa porque será introducido en una ciudad donde ser religioso es poco menos que ser suicida y su instinto de sobrevivencia le pedirá que también odie a los religiosos.

Aunque el Oblivion-50 distaba de ser tan perfecta como para eliminar todos los recuerdos, al menos dejaba solo aquellos que no eran peligrosos.

Años después el Oblivion-50 fue mejorado al Oblivion-R, una droga socialmente aceptada y con una amplia distribución entre intelectuales deseos de aprender nuevos idiomas, bajo el viejo argumento de “olvida algo para aprender algo”.

Nunca fue pensada como una droga de uso recreativo, pero a muchas personas no les importó el costo de los recuerdos que implicaba su uso, pues decían “somos libres de arrojar al basurero un recuerdo que me duele” sin nunca poder recordar si solo los malos recuerdos se habían ido.

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